Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


martes, 27 de abril de 2010

DE CÓMO PONERLE NOMBRE A UN GATO

Si una convive con esa mujer con curvas llamada fatalidad está claro que algún día una tendrá un gato o por hablar con propiedad el gato la tendrá a ella. Quizás el resto de los mortales no casen la relación, casi mejor porque seguro acabaría en divorcio. Pero por extraño que parezca el resultado de un partido de balompié depende directamente de que una lo vea, lo que una no sabe hasta después del partido es si el hecho de su presencia inclinará la balanza a un lado u otro para su equipo.
Lo mismo dos que se aman caminan por las calles de la vieja y caduca Lisboa contra esa hermosura plagada de nostalgia de los árboles desnudos. Viendo al fado, esa melodía que se pega al alma, remoloneando sobre los viejos tejados, lanzando suspiros mañaneros. Los rostros gastados de los portugueses. La letanía insípida y estridente de los españoles. Las piedras surcadas de tranvías. Los barrios dejándose querer… Y uno de ellos zalamero inventa para la otra una historia. Érase una vez un bucanero solitario, que para más inri nació sefardí, piel aceituna y barba negra cuya forma daba a su rostro el aspecto maligno de una daga. De nombre Ruruk, llegó tras el periplo destino de todos los de su raza, con el corazón arrancado de raiz, a una tierra del norte de la península Ibérica en la que había un asentamiento judío y a la que como muchas otras, un río le daba nombre. Esa tierra que en tiempos fue una de las siete capitales del reino había conocido tiempos mejores pero esa prosperidad pasada habría de estigmatizar su faz de pequeñas iglesias y soberbios castillos. De mudas piedras y sombras anhelantes. Del peso del tiempo resquebrajándole las entrañas. Y el huraño Ruruk cuyo nombre significaba cuervo llegaba impelido por su algebraico pasado.
-Algebraico como el de todo el mundo.
-Más bien lo algebraico es el destino que está sin dirimir.
-Sí pero todo destino enraíza en el pasado. Y ahora seguid con lo del cuervo. Te lo inventaste ¿no?
-Está en una novela llamada El Tuareg. El protagonista tiene un camello que es uno de los grandes compañeros de su vida al que llama Ruruk que significa cuervo y obstinadamente el camello es blanco.
Y aquí llega el momento de abandonar Lisboa y esa historia que en parte voy falseando sobre la marcha. El camello que ciertamente aparece en la novela no se llama Ruruk sino Rorab que significa cuervo en el idioma Tuareg. Si alguien ha leído la novela, aprovecho este inciso para hacer un comentario acerca de la misma y una asociación de ideas vislumbrada entre los efluvios báquicos del sábado por la noche. El pueblo tuareg es un pueblo nómada. El conflicto que se desarrolla en la novela tiene su origen en el sentimiento de la hospitalidad que tiene su protagonista quien pertenece a este pueblo. Nosotros con nuestras banderas y patrias hemos olvidado lo qué es la hospitalidad. Dixit.
El caso es que la mujer de las curvas sinuosas no quiso que el libro cayera en mis manos antes de tener nuestro primer gato. O sea que llevábamos cerca de un mes emancipados cuando E me llamó exultante al ver un anuncio que regalaba gatitos. Llegó a casa portando todos los cachivaches que encontró a su mano y a su bolsillo lo cual me puso tonta y tierna. Ya había concertado una cita para el viernes y como él no llegaría a tiempo me tocaba a mí encontrarme cara a cara con la camada y decidir. Fueron varias las ocasiones en las que dejó escapar el hecho de que había uno negro, pero todo sin la intención de influir. Y claro que entre los dos gatitos que quedaban quizás el más lindo era uno atigrado pero como tan hermosamente escribió Exupery “lo esencial es invisible a los ojos…..”, y yo me lleve al que como comprobamos más tarde era más pequeño que una lata de coca cola. También más tarde comprobamos que no era gato sino gata. Pero antes de todo eso yo ya le había puesto nombre. Mi amada y linda gatita negra se llama Ruruk que a partir de entonces y aunque los libros me desmientan significa cuervo. Igual que el hermoso poema de Edgar Allan Poe.

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