Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


viernes, 16 de abril de 2010

Todo empieza con Cortázar. Casualmente de iniciales J.C. me convierte en apóstol de una causa que no es otra que la del ser humano y definitivamente la de uno mismo. Él hablaba de extrañamiento y yo hablaría de desentrañamiento por el puro placer de ser visceral. ¿Está extrañado el ser humano? Fácil suponer que desde el mismo momento que lo arrancan a este mundo. Sin embargo la vida, ese juego en el que cada uno tiene definido su rol, es un tablero de entramado tan damasquinado que simplemente se juega y ya no se polemiza contra uno mismo, por temor a la barbarie. Aun así queda la congoja. Algo nos pica y no es la entrepierna. Y el individuo va haciéndose pedazitos y los sujeta con el superglú del ser social. Y nos duele el útero materno por la pérdida y la pura envidia del calorcito. Claro que todo esto subcoscientemente(la consciencia y la inconsciencia son una pareja que casi siempre adoptan la llamada postura del misionero, excepto cuando se duerme o se está ebrio), subrepticiamente.
De todos modos, sé que somos unos cuantos los que a veces ensayamos la ficción de mirarle a los ojos a los gatos(Che, que difícil aguantarles la mirada) Y perseguimos bichitos imaginarios. Sonambulistas, funambulistas, equilibristas, saltimbanquis, filibusteros e impresionistas nos dejamos enarbolar por las aristas de los tejados. Y las peripecias son las cuencas que dejan los charcos cuando se secan. Y claro, tenemos que inventarnos y reinventar el mundo(porque el mundo ya está inventado y da pena). Artificio de útero materno:¡He ahí el kibutz!. Sólo un lugar cálido donde la consciencia y la subconsciencia ensayan todas las posturas. Divino Kamasutra.

1 comentario:

Darío dijo...

No es una casualidad. A esta puerta jamás me negaría, a esta invitación casi infernal. Quedarme a vivir en tu kibbutz, reinventémonos cada día, poblemos el mundo de estremecimientos especiales. Y beso, claro.