Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


jueves, 23 de junio de 2011

LA LLAMA DE AMOR


Imagen: "Fuego y viento" José Carlos Ibarrola


Al amor...


En un tiempo muy lejano, en algún lugar desconocido, brotó una preciosa y pequeña llama de amor. La chica que la encontró en su camino, la acomodó sorprendida en su mano. Le acarició delicadamente los cabellos, que galoparon sus dedos como corceles de fuego. Se embriagó de un pequeño dolor, como la quemadura que deja sobre los labios el azote del primer beso. Y sin más corrió a mostrar aquel descubrimiento a su amigo.

-¿Para qué sirve eso?- dijo él mientras con una piedra se esforzaba en dar forma a una herramienta de madera.

-No sé,…Da calor y reconforta- contestó ella insegura.

-¿Calor?. Pero si estamos en verano!! Para cuando llegue el invierno esa llama se habrá extinguido-contestó el chico tajante, y sin más volvió a concentrarse en la tarea que tenía entre las manos.

La chica se puso triste, y tuvo un momento de duda. Pero al ver como la llamita se contorsionaba en su palma, mostrando todas sus lenguas desnudas-rojo intenso, azul lunar, cítrico amarillo, crepuscular naranja…-, la chica mostró piedad y decidió esforzarse para que aquella llama sobreviviese hasta el invierno. En aquella época, seguramente, él le otorgaría más valor.

Para protegerla la ubicó en un lugar de su pecho, adyacente al corazón, porque sabía que aquella era la zona más resguardada de su ser.

Una noche, mientras ella le contaba al chico una vieja historia que había escuchado de los labios de la misma luna, intuyeron una inquietante presencia en la oscuridad. Descubrieron unos ojos despiadados y salvajes refulgiendo en la noche. El chico se levantó como un resorte, y tomó el arma, que siempre descansaba a su lado. Pero instintivamente ella se llevó la mano al pecho y asió la llama prendida junto al corazón. Al exteriorizarla, el aire la avivó, y pronto comenzó a arder como un buen fuego. El animal que oteaba a lo lejos, emitió un gemido, y pareció volverse, pues sus ojos fueron engullidos por la negrura.

-¿Ves?-dijo la chica- La llama también sirve para ahuyentar a las bestias…

-No era necesario-replicó el chico amargamente-Yo ya tenía mi arma dispuesta. Me has estropeado la diversión…

En otra ocasión, mientras hablaban, sus cuerpos se fueron aproximando más y más en la oscuridad-como si se hubiesen tornado en dos polos opuestos, atraídos con violencia-,hasta que pudieron respirar el aliento que se desprendía de las palabras del otro, y sus olores se mezclaron en embriagante amalgama. Cada movimiento era un roce que agudizaba el filo de serpenteantes estrellas, que esa noche jugaban a desclavarse del firmamento. Con violencia se arrojaron el uno sobre el otro, mezclando sus cuerpos como corrientes del océano. De pronto, ella tembló entre sus brazos y el le preguntó si tenía frío. Pero enseguida se llevó la mano al pecho, y sacó la llama que allí guardaba. Al aflorar de nuevo a la superficie incluso se invistió de más brío que en la última ocasión. Gozaron entonces, en frenesí ,de las fiebres de sus cuerpos, que estallaron al calor y el crepitar del fuego. La luna no tuvo más remedio que enmascararse entre unas nubes para ocultar sus rubores.

-¿Lo ves?-dijo ella-esta llama sirve para que la escarcha no paralice nuestros cuerpos, ni entumezca nuestros miembros a la hora del sexo. Y así poder amarse tal y como nos encontró el mundo en la hora de nuestro nacimiento.

-Pero no era necesario hacerla crecer. Porque ahí, entre los árboles, conservo las mullidas pieles de los animales salvajes que he cazado, corriendo un gran riesgo para mi vida. Me has robado la ocasión perfecta para estrenarlas- Y sin más decir le volvió la espalda.

Y así transcurrió el tiempo que les separaba de la llegada del invierno al inicio de esta historia. Por fin los días se acortaron, y el sol parecía alejarse más y más en el cielo. Ella le mostró el fuego, y comenzó a espolearlo con su soplo. Él en un principio se mostró altivo, y lució con orgullo sus pieles de caza. Pero finalmente, como hacía demasiado frío, sopló junto a ella. Y aquel fuego lució hermoso con todas las carnes encendidas.

Un día en el que ambos se habían alejado para cazar, les sorprendió una tormenta, y cuando regresaron el fuego se había extinguido totalmente.

-Míralo-le reprochó él amargamente-, aquello a lo que tu llamabas preciosa llama de amor, finalmente ha resultado ser apenas humo.

Ante estas palabras, ella prorrumpió en sollozos, y corriendo se alejó, hasta adentrarse en el bosque. El chico estuvo días buscándola. Preguntándole por ella al sol. Recriminándole su indiferencia a la impávida luna. Hasta que por fin la encontró, allí donde brota el manantial. La llamó por su nombre y ella le contestó con triste sonrisa. El chico se sintió desconcertado, nadie le dijo qué se debía hacer en estos casos. No es algo que se escuche en el canto de los pájaros. Ni algo que esté inscrito en el envés de las hojas, que caen como palabras con la llegada del otoño. Por lo que se limitó a hacer aquello que hacía tiempo había querido, pero que por alguna razón no supo hasta ahora. Sin más dilación se llevó la mano al pecho, y sustrajo, para mostrársela, la llama de amor que en él había brotado. Su sola visión iluminó la triste sonrisa. Era una llama de amor preciosa-tierna y de muy vivos colores-que flotaba alegremente sobre las manos de ambos que inexplicablemente se habían enlazado. Se miraron cómplices y felices, y al unísono comenzaron a soplar…

9 comentarios:

çç dijo...

Muy lindo. Usted pareciera como si volviera a encontrar los admirables resortes de un Paradiso y diré no perdido porque quién busca siempre encuentra. Así como esa llamita elocuente que aparece en los mejores momentos. Te mando un soplidito....

çç dijo...

Por cierto, sigo investigando Blogs atrayentes, pero me es difícil, creo que estoy adoptando a un animal en un zoológico.

Darío dijo...

Dulce es que ambos estén soplando la llama del amor y la mantengan viva para siempre.
Esta versión cursi de vos me encanta. Ya te dije que sonrojarías a Wilde, ya te lo dije...

vera eikon dijo...

¿Dónde dejaste el Daniel, hermanito??? En cuanto a los blogs, algunos de los que se pasan por aquí los tienen estupendos. Pero no te voy a recomendar. Prefiero que descubras tú. Por cierto ¿mañana vas a Vigo?? Bego y yo iremos a Redondela a la presentación del disco de Manu...Hablamos!!
Y no malgastes soplidos conmigo (je) oriéntalos hacia el sur!!!!

vera eikon dijo...

Darío, existen tantas versiones de Verónica que a veces me resulta difícil acomodarlas. Y bueno, creo que estoy en una época de loca transición, y las tengo muy soliviantadas. A mí también me encantan estos relatos que se inventa Verónica "la cursi", porque disfruta tanto al escribirlos como si acomodara esa llamita de amor en la mano (aunque nada que ver con dos que soplan juntos la llama de amor. Eso es delirio...). Además me salen de un fácil y del tirón (y yo soy sumamente vaga al escribir)
Un día de estos vas a conseguir que Wilde se levante de la tumba por el escarnio!!!
Y a Verónica la cursi se le cubren las mejillas de rubores.
Bico

Mixha Zizek dijo...

Me gusta mucho esta faceta romanticista, al final el amor parmanece. No siempre, pero vale en esta historia tan bien narrada, me gusta, besos

Viento y Lluvia dijo...

Simplemente bello...Poema para un idiota, lo leo y releo...es como si consiguieras haber dibujado con palabras lo que de mis labios no salio en un momento pasado de mi vida.Besos.

vera eikon dijo...

Mixha, al menos en la literatura podemos establecer reglas propias. En ellas vale casi todo, incluso a veces los mayores absurdos, al menos mientras estén bien narrados. Estas historias son como una sonrisa, una mota de brillo en una mirada.
Besos

vera eikon dijo...

Viento y lluvia, creo que generalmente las palabras del "poema para un idiota" siempre se dicen a destiempo....
Un beso grande