Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


viernes, 29 de julio de 2011

EL SEXO ENMASCARADO

 Adan y Eva de Tamara de Lempicka
Mujer durmiendo de Tamara de Lempicka




Le gustaba despertarse en medio de la noche, y sondear, al compás de la oscuridad, el ritmo de su respiración. Si ésta era andante, sabía que dormía profundamente. Ella se sumergía en las marismas del sueño con la naturalidad de un heliotropo. Entonces él se acercaba silenciosamente a su espalda, y proyectaba contra su piel un vaho procedente del corazón. Era la prueba definitiva. Podía sentir como el vello se erizaba, con el desliz de un escalofrío. Pero si no despertaba, era que ya retozaba por las simas oceánicas, como un pez abisal. Ahí era cuando su índice entraba en juego. Lo aproximaba a su nalga, como si se tratara del nervio de un hierro candente. Desde la parte exterior, se dirigía a la parte central, dócil, como si aquella forma redondeada pudiera desintegrarse al contacto. Siempre muy, muy despacito. Dibujando los caracteres que conformaban el epigrama de su deseo. Llegaba entonces a aquella grieta profunda, aquel socavón del terreno. Tan similar a un desfiladero que sentía a su dedo como un solitario jinete. En los oídos el sonido de los cascos de su caballo. Y el silencio repitiendo su nombre. Aquel calor tan denso y sofocante solamente podría conducir al mismo infierno. Cuando por fin llegaba a la entrada, la bordeaba como a un agujero prohibido y deseado. En el que sólo podría penetrar tras pronunciar las palabras mágicas. Después de tomarle las medidas, con tiento, a aquella cavidad oscura, se dirigía a la zona rosada, tan blanda y gelatinosa, que parecía hecha en crema de leche. Una vez allí comprobaba el grado de humedad.  Apenas el rocío posado sobre en pétalo. A él le gustaba que fuera así, porque entonces se entretenía explorando la carne de sus laderas, muy, muy suave, con el membrete de una caricia. Ella se retorcía entre sueños, y algo parecido a un gemido escapaba involuntario de su boca. Él se preguntaba si su dedo habría traspasado aquel tenue velo de su inconsciencia. Deseaba que ella le envolviera en aquellas imágenes oníricas, que las hiciera alzarse frente a sí, para él…. El rocío se volvía más, y más espeso. Si realmente fuera una flor se quebraría. En ese momento era cuando le gustaba entrar, a hurtadillas. Con la emoción de un niño que por fin se envalentona y penetra en aquella casa misteriosa, en perpetuo idilio con su imaginación. Con el vértigo del explorador que se adentra en territorio virgen, cauto y silencioso, para no despertar a las fieras que puedan habitarlo. Y lento, muy lento, se introducía en ella, en un éxtasis prolongado. Era como si la acompañara por las calles de sus sueños, paseando por entre los edificios dúctiles, bajo cielos surrealistas. Quizás en el sueño él la tomaba amparado en las sombras de alguno de aquellos edificios. O quizás no, y ella estuviera soñándose dormida, mientras su sexo enmascarado la abordaba, y la poseía sin consentimiento. Porque su voluntad continuaba presa en aquel mundo onírico. Encarcelada en aquel sueño todo hecho de diques, y que en ese preciso momento él derribaba. La ciudad de sus sueños era asolada por una ola gigante, como un océano desbocado, al que le han cortado las riendas. Era ahí cuando ella despertaba, sudorosa y jadeante, auscultando las sombras. Hasta que por fin descubría el cuerpo de él, durmiente a su lado. Lo contemplaba un poco desde los bordes, lejana, como si todavía la envolvieran las nieblas del sueño. De aquel sueño que, durante la noche, él se ponía sobre el rostro como un antifaz.


14 comentarios:

Aka dijo...

que buena descripción Vera, el sexo femenino realmente actúa como un agujero negro, una vez se está cerca se gravita alrededor del mismo hasta que se cae irremediablemente en él. Lástima que todo fuese un sueño, con lo bonito que es cuando sintoniza el sueño con la realidad en estas situaciones!! ¿Quién sabe lo que soñamos y deseamos cuando estamos durmiendo?

vera eikon dijo...

Es curioso, Aka, ayer mientras caminaba me sobrevino esta idea, y pude ver perfectamente las imágenes, como si yo fuera él. Durante el trayecto del trabajo a casa yo fui ese hombre, y experimenté a través de su carne de aire. Es increíble el poder de la imaginación. Seguramente un hombre no lo viviría así(qué se yo, no lo sé..)pero me pareció que mis sensaciones eran masculinas, y que las imágenes surgían desde el punto de vista masculino. La verdad es que mi mente se dispersó siendo ese hombre. Algo que sucedió porque yo entendía que aquello era un relato, o una breve escena en palabras. Supongo que si hubiese sido una fantasía hilvanada sólo para autosatisfacerme, me hubiese decantado por el lado de ella (o no...) Ahora me pregunto si es la imaginación la que espolea mis palabras, o son mis palabras las que espolean mi imaginación. O quizás sea como un baile en el que ambos se conducen. Y la verdad, yo misma no tengo claro que sea simplemente un sueño. Mi idea era dejarlo abierto y que cada uno decida. Pero puede que sí de la sensación de decantarse....Y bueno, en cuanto a los sueños, como soy de esas que suelen recordar, tendría mucho que decir. Besos

Darío dijo...

Mmmmmmmmmmmm...y ciertamente, ha quedado abierto, muy abierto...como accesible a mil máscaras, a todas las posibilidades...un pene con el rostro de Batman, quizás? una vagina dientuda como el lobo, caperucita merodeando en la espesura del bosque?

vera eikon dijo...

Pues eso ya es a gusto del consumidor Darío. Si tú gustas de las cosas con dientes, no voy a ser yo quien lo cuestione. Eso del pene con el rostro de Batman....

El hombre de Alabama dijo...

El mundo de los sueños ya no solo es elástico sino, según dices, también bastante espeso. Que Dios nos pille confesados.

Crista de Arco dijo...

Pura sensualidad. Puro ARTE ***

Un beso o 2 #

Carmela dijo...

Y un infinito mundo de posibilidades, y eso es lo mejor...no??
Muy sensual Vera, y ardiente.
Un beso

anamaría hurtado dijo...

tan bellamente muestras la cualidad onírica del sexo, la que por lo general queda envuelta por el peso y la humedad de lo real, dejas abierta la puerta del sexo-sueño, esa hendidura donde el sexo es también criatura abisal, materia subterránea,íncubos y súcubos, derrames nocturnos, escalofríos,ese océano que nos desboca...
Divino relato, Vera!
apertas y bicos bicos

EG dijo...

No sé si ella se despertó al fin...pero en mí despertaste mil y un sensaciones Vera!!! estás terrible querida!!!
Tené un poco de compasión por favor!!!

;)

vera eikon dijo...

Sí Alabama, creo que debe ser espeso, y además debe tener el peso de esa manta que necesito para dormir...

vera eikon dijo...

Gracias Eleanor. Arte y sensualidad, dos bonitas palabras conjugadas. Bico!!!

vera eikon dijo...

Pues sí, Carmela. De lo contrario podríamos llegar a aburrirnos. Biquiños

vera eikon dijo...

Ana, deberías plantearte lo de ese blog. Es un goce leer tus comentarios. Y a veces es bueno que el sexo sea humedad y carne, para en otras soslayarse en lo onírico.Me alegra que te haya gustado. Bicos, biquiños, bicazos

vera eikon dijo...

Bueno, hoy estoy más tranquila. Pero compasión nunca, Emma!!! Besos