Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


martes, 19 de julio de 2011

POR UNA CABEZA

Marc Chagall
Desde que vi este video de Damien Rice siempre quise escribir un relato basado en esta historia. No sé porque hoy se me dio por tomar este hilo. Aunque finalmente me ha salido algo bien distinto. Creo que este cuento es especialmente fantástico, así que no lo creo demasiado apto para gente que le ponga trabas a su imaginación....






Ya de niña comprendió que era diferente a todos los demás. Esto no se debía sencillamente al hecho de que nunca hubiese tenido la cabeza sobre los hombros. Sino más bien al hecho de que su cabeza flotaba a bastante altura con respecto a las cabezas de las otras personas. De bebé solían amarrársela a la cuna, o a la sillita, cuando sus padres la sacaban a pasear. Los vecinos acostumbraban a pararlos por la calle, pero no podían evitar una congestión de horror en sus rostros, al comprobar que aquella niña no tenía la cabeza donde la tenía cualquier persona decente. Y que en realidad ésta era aquel objeto que flotaba sobre ellos, y que al principio todos confundían con un globo.

Cuando comenzó a caminar se la ataron por medio de un piolín de color azul a su dedo índice. Tenía que tener mucho cuidado con que el hilo no se rompiera, y su cabeza saliera volando. Además, como precaución, sus padres siempre le cosían unos plomos a los vestidos. No fuera a ser que a aquella cabeza ingrávida se le ocurriese ascender llevándose a rastras aquel cuerpecito menudo.

Al principio tuvo que soportar las burlas y las falanges acusadoras de sus compañeros. Pero con el tiempo se fueron acostumbrado, y comenzaron a considerarla como una excentricidad más en una familia ya de por sí excéntrica. Su padre era pintor de cielos. La madre se dedicaba a zurcir animalitos en los corazones rotos. Elefantes, musarañas, pangolines, manatíes, gatitos negros que acostumbraban a posar como esfinges….Todo esto según el nivel de extravagancia del depositario del corazón roto. 

Hemos de decir que esta circunstancia marcó profundamente su vida y su carácter. Desde pequeña pudo observarse en ella una exagerada tendencia a la abstracción. Le costaba mucho mantener la atención en personas cuyas cabezas se encontraban tan cerca del suelo. Por lo que se entendía mejor con las aves o las mariposas, quienes acostumbraban a revolotear a su alrededor. Con el tiempo la gente empezó a anticipar su presencia por la proximidad del canto de los pájaros que casi siempre la rondaban. Éstos solían obsequiarla con ramitas o flores silvestres, que colocaban con candor entre su pelo. Por lo cual tenía el aspecto de una ninfa o un hada del bosque.

Se puede decir que tanto su infancia como su más temprana adolescencia, transcurrieron felices, aunque siempre estuviese “con la cabeza en las nubes”. Pero todo cambió cuando conoció a determinado joven “ con los pies en el suelo”. A priori no hallaríamos razones para explicar el hecho de que Aldo-que así se llamaba áquel- reparara en Aissa-nombre de la joven con “la cabeza en las nubes”. Aparte de que Aissa llamaba la atención allá por donde iba…. Se encontraron en el bosque, una tarde en la que ella inspeccionaba unos árboles y trataba de decidir cuales serían las mejores ramas para que sus amigos los pájaros construyeran sus nidos, una vez de regreso de su viaje migratorio estacional. No es que aquella fuera una actividad indispensable, pero le ayudaba a mitigar la nostalgia que siempre le invadía durante aquella ausencia. Mientras tanto, Aldo sumergía los pies en las frías aguas del río que rodeaba el bosque, recreándose en las caricias de la multitud de pececillos que brujuleaban a su alrededor. De vez en cuando con sus pequeños dientecillos le propinaban deliciosos mordiscos a sus tobillos.  Por lo cual no paraba de reírse, y todavía reía cuando Aissa se acercó a la ribera del río para mitigar su sed. Para ello había recogido el hilo del que pendía su cabeza, y la llevaba sujeta con su mano derecha, dándole de beber con la izquierda. La cabeza de Aissa mudó de expresión cuando percibió unos ojos fijos en ella, aunque su cuerpo todavía estaba centrado en la labor de darle de beber. Como mediaba tanta distancia entre el cuerpo y la cabeza de Aissa, a veces a éste le costaba responder a sus impulsos neurológicos. En cuanto se percató de aquella presencia, el hilo se le escapó de las manos, y volvió a tensarse. Pero en vez de elevarse hacia el cielo, como tenía por costumbre, la cabeza se desplazó horizontalmente. Quedando a escasos centímetros de Aldo, justo enfrente de él. En un primer momento Aissa temió que se asustara y se alejara corriendo. Pero Aldo era un joven con los pies “bien pegados al suelo”, así que apenas vislumbró el miedo dispuesto a abalanzarse sobre él, su razón arguyó una lógica para tranquilizarlo.

-Tu debes ser Aissa, “la joven de la cabeza en las nubes”, que vive en el pueblo vecino, y de la que todos hablan-dijo Aldo con tranquilidad.

-Sí-respondió ella, aunque aquello tenía más de afirmación que de pregunta-, soy esa la que todos hablan. Sin embargo también soy aquella que nunca habla de nadie. 

A Aldo le gustó el modo en el que Aissa había respondido a su pregunta, con aquel deje que él no podía reconocer, pero al que los demás daríamos el nombre de “ensoñación”. Aldo no estaba familiarizado con este término porque tenía los pies tan pegados al suelo que era incapaz de soñar. Sin embargo era un ser bastante curioso, y enseguida nació en él un interés muy especial con respecto a Aissa. Por lo que pronto se encontraron hablando distendidamente , sobe la hierba. A Aissa le gustó especialmente el despierto rostro de Aldo. Y un lunar que tenía en la pupila dorada, con forma de corazón. 

-No es un corazón-dijo Aldo-. Es una cruz.

Vaya-se dijo Aissa- he ahí el diferente modo de ver la vida entre una chica fantasiosa y un chico realista.

Sobre todo le sorprendía comprobar como en su presencia su cabeza gravitaba tranquila y concentrada. Porque por lo general como se distraía con facilidad, solía agitarse, de un lado para otro, como sobre el oleaje de un océano de corrientes improvisadas.

Como si hubiesen alcanzado un acuerdo silencioso, Aldo y Aissa comenzaron a encontrarse cada tarde, a lo orilla del río. Él solía leerle libros. Ella nunca había leído mucho porque su cabeza no paraba de girar y girar en el torbellino de imágenes que acudían a su mente y enseguida dejaba de estar atenta. Ahora, sin embargo, escuchaba la voz de Aldo, que de vez en cuando descansaba para que Aissa le explicara la marejada de sensaciones, los colores, lo olores-incluso el de la sangre en el fragor de la batalla-que le sobrevenían a medida que iban leyendo. Él solía pedirle que le contara lo que sentía desde aquella ventajosa posición. Que le hablara del lenguaje de los pájaros, que nada tiene que ver con sus cantos-los pájaros cantan porque son amantes de la belleza de sus propias voces, decía ella...-, sino que estaba relacionado con la vibración del aire con respecto al movimiento de sus alas. 

-Lo mismo ocurre con las ballenas jorobadas que se comunican con sus compañeras por medio de los golpes de sus aletas en el agua. E igual que los pájaros-podían ser no más que gigantescas aves acuáticas- también cantan, pero se desconoce el motivo de sus cantos. Quizás sólo canten por puro placer-dijo Aldo.

Aissa pensó que aquel último pensamiento de Aldo era demasiado “cabeza en las nubes”, para alguien con los pies tan bien asentados en el suelo. Y tanto la sorprendió y satisfizo éste que no se percató de que su cabeza había salido disparada hacia el rostro de Aldo, hacia la boca de Aldo, hacia los labios entreabiertos de Aldo, hacia la lengua juguetona de Aldo.  Precipitándose sin red en el síndrome del beso. Y tanto se besaron, tanto se mordieron, tanto dislocaron las sonrisas, tanto se ensañaron sus dientes, tanto se lamieron sus lenguas cada vez más indisciplinadas,… que no se dieron cuenta de la distancia que separaba la cabeza de Aissa de su cuerpo, ni de cómo se tensó el hilo sujeto a su dedo, ni de cómo este se rompió. Y en medio de un beso, los labios de Aissa se esfumaron de entre los labios de Aldo. Tan rápido que enseguida la cabeza estuvo a una distancia de unos metros, y fuera del alcance de las manos de Aldo, que pugnaban contra su propia gravedad para retornar a su boca la boca amada. La vio elevarse, hasta rebasar las copas más altas de los árboles, los picos más elevados de las montañas, el límite indefinido entre el cielo y la tierra. Cuando la perdió de vista ya la luna asomaba, y se imaginó que Aissa llegaría tan alto como para habitar junto las estrellas. Y se preguntó cuanto tardaría en aprender los signos de su lenguaje. Pero de pronto tuvo frío y volvió a sentir sus pies bien asentados en el suelo. Entonces pensó qué podía hacer con el cuerpo de Aissa que permanecía inerte en el suelo. Se sintió muy cansado, y temió que ella tuviera frío, así que pasó sus brazos por aquel cuerpo del que la vida había literalmente volado, junto con la cabeza. Y a pesar de lo que había pensado antes, sintió que por muy pegados que tuviera sus pies al suelo, a partir de ese instante siempre cabría la posibilidad de que la tierra comenzara a temblar bajo sus pies. 

Al día siguiente le pediría a la madre de Aissa que zurciese una ballena jorobada en los agujeros de su corazón roto.









15 comentarios:

Aka dijo...

Vera, es un relato precioso!! No acabo de entender muy bien el aviso que pusiste al principio de "no apto para los que ponen trabas a su imaginación", pues no es más fantasioso que otros cuentos que he leído tuyos. Tus personajes e historias siempre se mueven entre lo onírico y lo real, que acompañas perfectamente con el lenguaje. Deberías recoger todos estos cuentos en un libro! Me encanta la familia de Aissa. En vez de coserse el corazón debería haberle pedido al padre que le pintase un cielo bajo los pies para que pudiese correr a buscarla!!
besos

vera eikon dijo...

Oh, Aka!!! Mira que eres dulce. Me encanta ese final alternativo. En realidad mi primera intención era que durante el beso, se hubiesen abrazado, y entonces la cabeza de Aissa entrara en una revolución tal que ambos se elevaran en el cielo. Pero finalmente, el relato se declinó así...Y bueno, la advertencia la puse un poco con el temor de que la gente se pusiera a imaginar a Aissa con la cabeza gravitando, y todas las incoherencias que se pueden derivar de ese hecho. Pero es que me encanta no ponerle límites a los cuentos. Que se precipiten en el delirio y la locura, y que los que los leen, se precipiten con ellos. En un ratito me leo tu última entrada (porque le eché un vistazo y me parece de aquellas que merecen un tiempo...). Y por cierto, que tienes razón en eso de estar anclado en libra. Besos!!!

El hombre de Alabama dijo...

Cómo hacer finales jodidos con palabras bonitas. Chapó.

vera eikon dijo...

Gracias Alabama. La verdad es que me gusta que digas eso, porque como digo en el comentario anterior yo tenía otro final, pero mientras escribía, el definitifo vino rodado. Yo misma me sentía exaltada y casi feliz al escribir. Y esto que una va pensando "me gusta como va quedando esto, ¿por qué hacerlo de otra manera?. En fin (casi me falta añadir "cuánto me quiero"...Besos

EG dijo...

La recomendación de Aka es acertadísima. Las veces que lo he pensado! (y como gestora cultural y próxima gestora en edición...me lo estaba guardando al comentario egoístamente). Pero sos muy buena. Y si no aparece nadie por allí recordá que tenés una amiga por acá...!

Sé que me faltan millones de lecturas a lo largo y ancho de este mundo, pero nunca había leído a alguien que escriba así como vos Vera. Un abrazo.

vera eikon dijo...

Vaya, Emma, veo que tienes nuevas perspectivas en tu futuro...Me halaga realmente lo que dices. Sería una alegría pensar que tengo algo parecido a un estilo (tengo que pulirme, lo sé. Todavía me falta mucho...). Pero a veces me pregunto si seguiré teniendo ideas como hasta ahora. Si no se me agotará esa fuente que no tengo ni idea de dónde mana. O sí, lo sé. A veces son ustedes. Muchas veces vos, Emma. Pero ten claro, amiga, que serías mi primera opción. Besos

anamaría hurtado dijo...

Fascinas con estos preciosos cuentos de hadas, haces volar el corazón y la cabeza.
Me sumo a tus admiradores que deseamos hagas un libro con tanta maravilla.
...Había una vez una niña llamada Vera cuya fuerza de levedad nos hacía volar...

biquitos biquiños

Mixha Zizek dijo...

magnífico relato Vera, eres una gran relatora, me sorprendes cada día, la historia es muy creativa y original y el final es maravilloso muy poético, besos

Darío dijo...

A veces pienso, que tan inteligente fue de parte de dios haber ligado demasiado a la cabeza con el corazón. Pero claro, no sé para qué pienso eso.

vera eikon dijo...

Gracias Ana. Es que disfruto mucho cuando escribo cosas así. Supongo que eso incide directamente en el resultado. Me encanta eso que dices de la "fuerza de levedad"....Biquitos biquiños, cronopio cronopio (sé que no es así, pero me hiciste recordar...)

vera eikon dijo...

A mí a veces también me sorprenden mis propias historias, Mixha. Esa es una de las cosas más gratas de escribir. Sorprenderse del modo en el que la historia explota en tus propias manos. Besos

vera eikon dijo...

Bueno Darío, yo pienso un montón de cosas que no tienen un para qué. Supongo que un para qué no es fundamental para pensar. Sin embargo me has hecho caer en lo incorrecto de esa dualidad cabeza-corazón. Porque está claro que todo lo que somos (emoción, razón, amor, odio, fantasía....)tiene su origen en nuestra cabeza. Y podría seguir...Pero para qué pensar esto...Sin embargo me doy cuenta de que en este cuento me he olvidado del corazón y le he dado protagonismo a la cabeza. Porque el hecho de que esta cabeza esté en las nubes, la ha convertido en una cabeza-corazón. Porque es ahí donde realmente se ubica lo emocional(y la fantasía, al menos en mi caso, mucho tiene que ver con lo emocional). Abrazo

çç dijo...

No apto para aquellos que no saben que la dualidad es la fuerza que nos aplasta contra el cielo. Mereces un comentario que analice las líneas de fuga para poder sacrificar alguna nimia impureza pero no pienso hacerlo, restaría esa imperfección que hace de este relato algo tan hermoso. Y con un poco de imaginación si me dejas sí, reconozco a ambos personajes. En verdad sois vosotros, ella ahí gravitando enorme como una pluma, y él, firme despojando al silencio su gratuidad. Y ahí deviene el vuelo de Aissa sobre la belleza, porque es un personaje tan ahilado que nada se le escapa. Indecente porque brinda bien alto una esperanza cristalina. Emma bien podría reparar que eres joya. Me enorgullece conocerte y no me rajo ni un tantito para decirlo y seamos realistas que de cuajo te has subido a un faro de armonías admirables que son difíciles de crear. Pulsas los silencios. Piensas la literatura aunque no seas consciente tal como confiesas. En algún lugar Nietzsche habla de que lo importante está en la vivacidad y no en el simple vivir y he ahí un pequeño quid pro quo yo me quito el sombrero con “Por una cabeza” porque prescindo de ser particionero en divisas sobre si hay cosas creadas mero corazón, o sonajero cabeza. Nunca me plantee si un acorde viene de la loma de los sentimientos o de la meditación. El viento sopla donde quiere. He aquí que al pulsar en el aire un sonido, una palabra bien articulada adquiere vida propia, una vivacidad que suplanta cualquier lisonja.

Dejemos la virtud de Vera Eikon bien arriba, un brindis por vos.

çç dijo...

A falta de copa alzo esta cerveza que me huele a mar y a tiempo detenido, en este pueblo un poco tiste cuando sólo hay nubes y el verano transcurre.

vera eikon dijo...

Vaya, hermanito, cuánta exaltación. Ahora me pregunto ¿quiénes somos nosotros? ¿te refieres a Edu y a mí? Ahora que lo mencionas sí que podríamos ser así. Aunque no estaba pensando en nadie en concreto cuando cree al personaje masculino. Lo único que Edu sí que tiene un lunar en el ojo. Yo siempre digo que es un corazón, y el dice que es una cruz. Ahí, sí que pensé en él. Sabes que tus palabras son importantes para mí. No en vano en una época escribíamos poemas en servilletas. Leímos los mismos libros.Y nos escribimos un montón de cartas increíbles(de aquellas de siempre. Papel-sobre-matasellos) Así que nuestras (digamos) "literaturas", están ligadas.Yo siempre lo he sentido así. Bicos