Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


domingo, 4 de septiembre de 2011

CAÍDAS


Imagen: Daria Endresen


De pequeña me enseñaron
que al caer debía poner las manos
para mitigar el golpe
Pero nunca me dijeron
que las manos no encuentran asidero
ni apoyo
cuando la zancadilla nos la pone el amor
Y que no hay nada capaz de frenar
a los amantes en su caída

Por lo que siempre acabo
rodando por los suelos
con el corazón cosido a moratones
y una flor de sangre
abriendo sus pétalos
sobre mis rodillas

Al menos cuando niña
mi abuela acudía sonriendo
para hacerme las curas
y dibujaba estrellitas de cromer
en el cielo de mis piernas magulladas

Ahora mis heridas
sin estrellas que las taponen
anhelan la quemazón 
y el burbujeo
del agua oxigenada





Cromer: Sustancia parecida al betadine que mi abuela utilizaba para curar mis heridas.
Agua oxigenada: Sustancia similar al alcohol puro, pero más débil. Sobre la herida parecía burbujear, y producía como una quemazón, o picor. Mi abuela solía decir que cuánto más picaba más rápido curaban.
Mi abuela también tenía otros métodos para curarme. Como los baños de clorina, que eran unos polvos que disolvía en el agua hirviendo y despues administraba sobre la herida por mediación de una gasa que antes había empapado en ellos. Y una sustancia amarilla que se llamaba terramicina, con la que había que untar la herida y dejar que secara al aire. Pero estos dos sólo los empleaba en caso de que la herida tuviese peor pinta de lo habitual.Una vez(no creo que tuviera más de seis años)me caí con toda la cara(por no colocar las manos a tiempo) en la superficie de una carretera que estaba sin asfaltar. Y tuve heridas que me cubrieron casi uno de los lados de mi cara. Así que durante varias semanas mi abuela religiosamente me sometía a los baños de clorina y me empastaba la cara con terramicina. He de decir en su favor que no me quedó ninguna marca de aquello. No conozco a nadie cuya abuela le sometiera a baños de clorina. Quizás se tratara de un saber especial...

16 comentarios:

EG dijo...

Romper ahora
en afilados fragmentos
las palabras que están entre nosotros;
"Nunca podré vivir sin ti",
y clavarlos uno a uno
en el corazón del otro.
No podré.
Vivir,
nunca,
sin ti.
Vivir.
No.

Yehuda Amijai
(Wurzburg, Alemania, 1924, Israel, 2000)


Los dolores del corazón solo sanan en apariencia, las marcas quedan indelebles. Los médicos del amor no pueden hacer mucho por los corazones rotos. Sólo el tiempo cura algunas heridas. Yo también extraño, pero a mi padre, que tenía un gran caudal de energía para levantar al peor dolor de pecho!

(la foto de Daria...muy buena!!!, un abrazo)

Axis dijo...

Las caídas, dicen, se pueden evitar, prestando atención.
Yo no supe, o no quise, de pequeña era hábil y el dolor parecía ser algo de instantes (o tal vez es como lo percibíamos en esas épocas). Hoy, en cuanto a dolor de amor se trata, creo haber traspasado el umbral, y más allá de los trastornos que me ha causado que rompieran de tal forma mi corazón, encuentro en mí, la principal herramienta para la cura. Pero eso lleva tiempo, serenidad, paciencia, y una certeza interna de que esto pasará. Por lo pronto no tengo espacio para más dolor, me alejo de él, me quedo en silencio si hace falta. Estos meses han sido muy duros, no fué una, si no varias las pérdidas. Pero eso es otra historia, y tal vez todo lo sea.

Bicos Vera ;)

el maquinista ciego dijo...

...qué fácil era de pequeños creer que las heridas se curaban con un poquito de amor y de ilusión...como todo...bendita inocencia……..
...yo no he tenido abuelas, pero mi madre hacía (y hace) maravillas con la comida, y en épocas de poco dinero se inventó platos geniales como el 'guiso de alegría', que nos ponía siempre contentos y hacía especial cualquier día......ya de mayores descubrimos que aquello que hervía feliz en la pota y que tan bien olía no era más que pulmón de ternera (barato y que, aunque riquísimo y blandito, nadie quería) y, a pesar de que perdió un poco de encanto y ya no hemos vuelto a probarlo, la alegría al recordarlo siempre me vuelve a la mente y al corazón...........algo así como el amor, el perdido y el encontrado...sabes que te hicieron daño, y que seguramente te lo harán, pero mejor pensar que es guiso de alegría lo que hierve en la cama que no un pulmón de animal otrora sacrificado........(y a comer y a caerse de nuevo con ilusión! –malo será que no haya quien nos quiera tras el golpe y nos dibuje estrellitas de cromer sobre las heridas ;))

José Antonio Fernández dijo...

Hay heridas que ni el mejor antiséptico podría curar. Sólo el tiempo.
Me ha encantado leer tu poema.
Un abrazo!

Crista de Arco dijo...

Dejemos que el tiempo sea la mejor cura.

Un beso o 2 #

Crista de Arco dijo...

Por fin puedo comentarte! Estoy feliz *

Laiseca Estévez dijo...

Chorrreones de cromer en las rodillas, y en la frente, ¡QUÉ RECUERDOS!...
un besiño Vera.

Darío dijo...

Sana sana culito de rana, si no sana hoy sanará mañana...

vera eikon dijo...

Qué hermoso poema, Emma. Clavarle una a una esas palabras en el corazón del otro. Sobrevivimos a nuestras heridas, a pesar de que a veces sigan sangrando por dentro. Pero pienso que las heridas de amor son, en cierto modo, necesarias. La pérdida es otra cosa. La conciencia de que desde ese momento uno vivirá como si le hubieran amputado un miembro. Las penas de amor, ante eso, se quedan chicas. Beso, y gracias por el poema. Y cierto, las fotos de Daría...

vera eikon dijo...

En el amor creo que carecemos de esos reflejos que nos impulsan a poner las manos de manera rápida, y que aciertan a minorar el daño, Axis. Por eso, ahora que ya no nos caemos tanto como cuando éramos niños, aquellas caídas se relativizan. Formaban parte de nuestros juegos, sin más.Pequeñas heridas con su ritual y sus tiempos de cura, y el placer futuro de arrancarse la postilla. En las caídas de amor no sabemos de desinfectantes, ni de tiempos de cura. Además, creo que existe algo muy peligroso a ellas, porque generalmente(me parece, es mi opinión) sentimos un cierto placer en regodearnos en nuestra tristeza. Y cuanto más placer sentimos, más tardamos en levantarnos. Aunque siempre lo hacemos. Hay otras pérdidas mucho más duras, está claro. Un beso enorme, Axis.

vera eikon dijo...

Esa historia del "guiso de la alegría" es muy hermosa, Maquinista. Ya veo de donde sacaste tu entusiasmo por la vida, y esa capacidad de ensoñación. Ay, me acabas de dar una idea(pequeñita, casi mínima) Si escribo algo de eso, será para ti. Beso, enorme. A ver si nos vemos!!! Pronto!!!

vera eikon dijo...

Sí, José Antonio, a veces el tiempo es la única receta. Un abrazo

vera eikon dijo...

Me alegra, Eleanor. Y ya sabes, tiempo...Bicos!!!!

vera eikon dijo...

Sí, Lai, de cromer eran nuestras pinturas de guerra. Esas cosas que constituían las pequeñas tragedias de nuestra infancia ahora parecen hermosas. Bico

vera eikon dijo...

Ese es el método infalible, Darío...

el maquinista ciego dijo...

Gracias! Qué ilusión hace pensar que a lo mejor recibo algo (aunque no llegue no pasa nada, el simple hecho de que se te haya pasado por la cabeza ya es como un regalo ;)) Y sí, que nos veamos, y pronto!!! ;))
Bicachaso!