Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


miércoles, 31 de agosto de 2011

HAY UNA QUE ESCRIBE....


Imagen: Edna Romero




Hay en mí una que rabia
Que se revuelve
Que aúlla
Que se sacude sopapos en la cara
y se arranca los pelos de raiz
sin temor a la calvicie
Que se mete los dedos sin piedad
hasta vomitar palabras
para satirizar a los ángeles
Que escupe vinagre
en las heridas abiertas
Y exhibe
sin decoro
su inmundicia
y la desnudez
de sus alforjas
Una que forja una espada con su canto
Mientras colecciona heridas en la garganta
Y corazones a puñados

PENA DE LOBO (fábula leída en el envés de un poema)


Imagen: Barbara Bezina



Quizás esta historia podría haber sido un cuento....



En la noche
el alma de la piedra
aflora
con la forma de un lobo
que sobre ella
aúlla a la luna

Poco a poco
su lamento
le rasga la garganta
como el arco
la cuerda del violín
Hasta que un temblor lo sacude
y la música
se hace sangre

En la mañana
el cazador
encuentra el cadáver
soñando sobre un lecho
de diminutas rocas
Como miríadas de estrellas
que cansadas de brillar
en la cresta del cielo
con un gesto de despecho
deciden al unísono
apagarse
y caerse

El lobo
permanece impertérrito
con las fauces abiertas
en un último aullido
de bienvenida a la  muerte
La que fue su vida yace
en ese charco carmesí
todavía caliente
en el que la carne precaria del hombre
parece soñar un corazón


martes, 30 de agosto de 2011

SUEÑOS


Imagen: Nanoo-G





Me duermo inocente
pero en sueños
se me aparece tu rostro
Y en sueños muerdo la almohada
Y en sueños
desgañito mi sexo
Y lloro
un llanto tañido
con las lágrimas de mi flujo

Eres la tentación
que canta en mi noche silente
y silba
piando por mis demonios*

Encadéname a tu mástil
Desgárrame la piel
con el latigazo de tus olas
Fatiga hasta el último de mis alientos
Esquila la lana de mis pudores
Desnúdame esta maldita desnudez
Y no dejes ni un asidero
en mi cuerpo
al que se sujete mi razón

Y que me encuentren en la playa
con las algas de tu sexo
ahogándome la boca



*En galego se suele decir "o que pola noite asubía, polo diaño pía"(el que por la noche silba, por el demonio pía)

PECADO


Rachel Weisz (la pongo aquí porque es la mujer que yo amaría...)




Soy Eva
sinuosa como una serpiente
mi cuerpo lo carga el diablo

DESEO


 Desnudo en la bañera de Pierre Bonard



Arrastro mi feminidad por las cuestas
como a mi particular Roca de Sísifo
Rumio contra las paredes
la cuenta atrás de mi clítoris
Grito a los cuatro vientos
que llevo una bomba entre las piernas
TIC-TAC-TIC-TAC
La gente se aparta
huye despavorida
Camino con las piernas separadas
Abierta
Entre ellas la medida justa
del sexo que no me atraviesa
Al llegar a casa
me lavo el coño
me lo enjabono
una y otra vez
Me restriego este deseo de ti
hasta que estalla el orgasmo
un luminoso y humeante
hongo blanco
un tsunami en mi bañera
y otro
y otro
y otro….

lunes, 29 de agosto de 2011

EL CUENCO

Mujeres Haitianas de Paul Gauguin


Dame una palabra
para mi cuenco vacío
-te dije.

DESOLADOR
-contestaste.

Y vi un paisaje agreste
en el envés de tus párpados
Y reconocí un llanto seco
en el tañer de tu campana

Me fui descalza
en busca del mar

Pasados unos días
lo traje para ti
Con cautela
Rebosando mi cuenco
Dejando a mi paso
una estela de gotas

Creí que éste era
un cuenco de palabras
-dijiste-

Has de saber
que lo que define el destino del cuenco
no es su uso
sino aquello que lo colma
-contesté


En ese preciso momento
un único rayo de luz
partió la superficie del agua

Y vi un paisaje de estrellas
en el envés de tus párpados
Y reconocí una canción de verano
en el tañer de tu campana

Y aquella noche
nos colmamos
en los brazos del otro



PROPOSICIÓN

Chagall




  I
Hagámonos  un ovillo
con el que juegue a placer
el gato pardo del deseo

Anudémonos las pieles
dejando únicamente
un cabo suelto
a cuyo extremo haremos volar un barrilete*

Construyamos una torre de orgasmos
con la que trepar hasta el jardín de la noche
Llenémonos los bolsillos de estrellas
antes de que se marchiten
sobre las ramas del cielo

II
No te asustes
si al dormir
se cuelga de mis pestañas
una lágrima
Es tan solo la gota de rocío
que se desprende del alba de mis sueños






*Siempre amé la palabra "barrilete", que en Argentina sería el equivalente de "cometa" aquí en España

Hace unos cinco años, en un acceso de locura, me acosté en la carretera que llega desde Ribadavia a Prexigueiro, ante el impacto de un cielo saturado de estrellas.  Este sábado, en el mismo lugar, me encontré el mismo cielo. Sí, sin duda era el mismo. Creo que de eso va este poema...

viernes, 26 de agosto de 2011

JUEGOS





CADA CUAL QUE UBIQUE AQUÍ LA FOTO QUE LE PLAZCA A SU IMAGINACIÓN











Después del sexo a ella le gustaba correr hacia el espejo para contemplar el rubor de sus mejillas. Él la observaba, a través del humo de su cigarrillo, y se sonreía pensando en lo joven que le parecía en aquellos momentos. De pronto, al aspirar el tabaco se percató de cómo se mezclaba con el sabor de ella en la boca. Aquello le disgustó, porque lo devolvió a la realidad, donde amor y sexo son efímeros, apenas un instante. Durante la conjunción de sus cuerpos era algo que olvidaba, hasta que el rastro de ella desaparecía del paladar. No sabía la razón, pero aquella tarde necesitaba jugar a prolongar el sexo de manera indefinida. Así que aplastó el cigarro contra la piel del cenicero, hasta que hubo exhalado su último aliento de humo, y se levantó. Se colocó entre ella y el espejo, y se arrodilló. Sintió el vello que cubría su vagina, revuelto y pegajoso. Todavía impregnado de las anteriores secreciones. Lo olió, aspiró, tiró de él ligeramente con sus dientes. Tanteó con su lengua la rendija, y penetró en ella lentamente. Tal y como había deseado, ella no separó las piernas. Seguía observando detenidamente su rostro en el espejo, como si las sensaciones le fueran comunicadas, no a través de su vulva, sino a través de las variaciones de ese rostro, que como parte del juego trataba de mantener imperturbable, y como un lago aparentemente en calma de vez en cuando parecía erizarse con los pasos de una ligera brisa. Entonces sí, separó los labios exteriores con sus dedos y abrió su boca con avidez, buscando la pulpa, hincando en ella sus dientes, hasta arrancarle todo el jugo. Ella apenas se movía, continuaba con el juego de la estatua. De vez en cuando algo parecido a un gemido parecía quebrarse en su boca. Tenía las manos relajadas sobre sus cabellos, y sólo cuando llegó al orgasmo tiró con fuerza de ellos. Aquel fue el único movimiento que se permitió a la estatua. Una vez hubo terminado, ninguno de los dos sabría decir cuánto tiempo permanecieron en aquella posición….

Por fin ella se movió y se dirigió a la ducha para abrir el grifo, pero el la detuvo e hizo un gesto negativo con la cabeza.
-No, hoy no me borres-le dijo.-Permite que sea la noche quien lo haga.
Ella le miró y no dijo nada.

Fue hasta el armario y lo abrió. Estuvo un rato buscando hasta que encontró un vestido de color crema, de tela muy ligera. Se lo ofreció diciendo:
-Ponte esto. Pero sólo esto. Y los zapatos, claro.

En silencio ella lo tomó y lo deslizó sobre su cuerpo desnudo. Era casi como si no llevara nada puesto. Sólo el olor y la pátina del sexo. Tampoco se puso perfume

Cuando llegaron al restaurante la mayoría de sus amigos estaban ya sentados a la mesa. Por lo general tenían esa costumbre tan extendida de sentarse mujeres y hombres separados a uno y otro lado de la mesa, como si formasen dos bandos bien diferenciados. A ellos siempre les había gustado desequilibrar esa armonía, y como encontraron dos asientos juntos, se sentaron uno al lado del otro. Durante la cena, no les pareció que la conversación fuera muy animada. En el bando de las mujeres se hablaba de niños y una futura boda. En el de los hombres el tema principal de conversación era Mourinho. Ellos se pasaron el tiempo conversando con lo olores. Ella le tomaba la mano y aspiraba con fuerza sus dedos. Él se apoyaba en su hombro, y hacía lo propio. Entonces le parecía sentir un olor dulzón subiendo de entre sus piernas. Y una erección comenzaba a desperezarse bajo sus pantalones. En los postres ella volvió a tomarle la mano y la retuvo entre la suya, durante bastante tiempo, sobre la mesa. Pero de repente las movió colocándolas bajo el mantel, encima de su rodilla. Fue deseslizándose en la silla, poco a poco, hacia la mesa, hasta que él pudo sentir la tela del vestido, ligeramente arremangado. Al estirar los dedos, siempre con su mano entre la de ella, tocó el vello ensortijado. Permanecieron así durante un rato, tratando de acompasar las respiraciones que se habían acelerado. Entonces ella acercó ambas manos hacia sí, y él sintió la blandura de su carne. Ahora era ella quien le conducía, decidida a no soltarle. Los dedos de ambos se aproximaron al resquicio, esta vez abierto de para en par, porque sin disimulo había separado las piernas. La vulva estaba húmeda, todavía impregnada del sexo de la tarde. La manode ella comenzó a moverse, como marcándole el compás, justo en ese momento inició una animada conversación con su amiga Irene, quien se sentaba enfrente. Los dedos parecían bailar al hilo de las palabras, o quizás eran ellos los que tiraban de las frases, y el comprendió que de nuevo estaba jugando a la estatua, pero esta vez era una estatua parlante. Las caricias se sucedieron a distintos ritmos e intensidades. De vez en cuando introdujeron los dedos en el interior de la vagina. Uno, dos, tres…Descifraba los orgasmos por la tensión previa, y el temblor posterior de sus piernas. A punto estaba de arrancarla de la silla, y llevársela al baño, y allí, sobre el lavabo penetrarla con la misma impiedad ante el entorno que ella parecía mostrar. Y hacerla gritar, gritar, y gritar….hasta que aullara la estatua. Pero cuando se estaba levantando de la silla, los demás le acompañaron, pues ya era hora de irse del restaurante. A pesar de su turbación, rápidamente se percató de la mancha que se había dibujado sobre la banqueta de ella-cuando por fin reunió las fuerzas para ponerse en pie. A tiempo suficiente de empujarla hacia la mesa, y ocultarla oportunamente bajo el mantel.

jueves, 25 de agosto de 2011

HOY ME APETECE ESCRIBIR AQUÍ MI ESTADO...


Hoy el mundo parece empeñado
en tomar mi corazón entre sus manos
En apretarlo
Y estrujarlo
hasta arrancar un latido
de este músculo seco
re-seco
apenas más grande que mi puño

Deben ser enormes
las manos del mundo
Me han dado tanto impulso
que hoy
CREPITO

EXORCISMOS

Imagen extraída de la web. Desconozco el autor





Necesitaría una sonrisa
para ponerle a este día
Iría a mendigarla a tu alcoba
pero no sé qué pensaría
la mujer que duerme a tu lado

Necesitaría un olvido
que engullera los dos ojos
del gato negro que esta mañana
me miraba
vacío
desde un charco de sangre

Necesitaría una canción
que me acunara entre sus brazos
y silenciara este mar de palabras
que como un llanto
me sube por la garganta
y me ahoga


Pero sobre todo necesito
un dique
que contenga la herida
que dejaste abierta
en este corazón
que sobre la noche horizontal
se desangra




miércoles, 24 de agosto de 2011

A DENTELLADAS

Imagen: Daria Endressen





Sufro destierro
en este cuerpo
que parece no abrigar
más vida
más aliento
que el de esta poesía

Tan solo cuando escribo
un latido de luz
atraviesa la corteza
de este corazón
ennegrecido por el desuso

Muérdelo
aliméntate de él
quizás sólo tus dientes
le devuelvan la sangre



ARROGANCIA


 As rúas de Ribadavia : O prodixio de Galicia(según un concurso da TVG)





A veces tengo la pretensión
de creerme un ser extraordinario
atrapado en una vida ordinaria



¿A alguien más le pasa??? Me ocurrió esta misma mañana.....


CANTIGA DA MOUTA DE PO

Imagen extraída de la web, desconozco el autor



Son só unha mouta de po
que se vai pousando nas cousas
pero que nunca posúe nada

Nalgures,
noutra época
andiven pendurada
dun raio de luz
e peiteei as guedellas
dunha estrela

As veces
se teño sorte
un refacho de vento
me ergue
e sostén
por enriba do mundo
esgazada do tempo
Entón paréceme albiscar
o doce ollar da eternidade



CANCIÓN DE LA MOTA DE POLVO

Soy sólo una mota de polvo
que se va posando en las cosas
pero que nunca posee nada

En algún lugar
en otra época
estuve colgada
de un rayo de luz
y peiné los cabellos
de una estrella

A veces
si tengo suerte
una ráfaga de viento
me levanta
y sostiene
por encima del mundo
desgajada del tiempo
Entonces me parece atisbar
el dulce mirar de la eternidad










martes, 23 de agosto de 2011

RAZONES

 


La corriente de poesía
que sopla a través de mí
jamás derivará en un viento
capaz de secar las lágrimas
de los ojos de un niño

El amazónico caudal de mis versos
será sólo sequía y aridez
ante la sed y la hambruna

Mis ciudades de letras
nunca servirán de cobijo en la intemperie
a los desheredados de la tierra

Los escudos forjados
con el metal de mis metáforas
no impedirán
que los proyectiles de plomo
atraviesen el corazón
de los olvidados

Mi voz
es demasiado balbuceante y torpe
como para devolverles el sonido
a tantas bocas amordazadas
desde el alba de los tiempos

Si sé
que toda palabra es en vano
entonces
por qué escribir
Por qué
escribir
por….


lunes, 22 de agosto de 2011

MANUAL DEL PERFECTO ALPINISTA


Schiele



Por muy intrépido que sea el alpinista
ha de avenirse a una serie de consejos
antes de emprender la conquista
de las cumbres nevadas de mis nalgas
y deslizarse con balanceo temerario
a través de la hendidura secreta
que late escondida entre ellas

Debe conducirse con tiento
y colocar los pies con firmeza
(nota: si se siente demasiado torpe con los pies,
no lo oculte
emplearemos como apoyo las rodillas)
porque a cada avance
corre el riesgo de zozobrar
Para evitarlo
agárrese a las paredes rocosas
sin temor a despellejarse las manos
y por supuesto
clave las uñas
aunque pared y dedo se hagan sangre
No tenga prisa
palpe cualquier ondulación del terreno
cualquier posible oscilación
Explore cavidades
y grutas
En ellas encontrará manantiales
que alivien temporalmente la sed
que sin duda le asaltará
en el transcurso de tan duro ascenso
Saboree la nieve en su boca
juguetee con el hielo entre su lengua
deje que naturalmente se derrita,
nunca lo apure
Y no se sorprenda
si escondido en el corazón del glaciar
encuentra un río incandescente
(recuerde que no muy lejos
entre las dos cumbres nevadas
se erige una falla volcánica)
Navéguelo
Desvístale el cauce
Oscile lentamente
entre el caudal hirviente
y el caudal helado
Permita que ambos se mezclen
Y tómese el tiempo que quiera
en recuperar energías

Llegará la hora de reiniciar el ascenso
muy, muy despacio
Tantee el terreno
pues en el camino
tropezará con durezas imprevistas
Pero no olvide
que oculta entre la roca
se halla la grieta oscura,
incandescente,
humeante
Y al fondo
la pulpa rosada del volcán

Una vez localizada la falla
Inicie el descenso
ayudado de la cuerda
atada bien prieta a su cintura
Realícelo mediante pequeñas sacudidas
Que irá incrementando
en ritmo y fuerza
hasta la embestida final
Entonces déjese caer
derrámese
colúmpiese
gravite envuelto en el vapor
del magma ardiente

Llegado el momento de la consumación
ondeará blanca su bandera

CENIZAS

Ilustración: Manuel Martínez Ortiz




El amor ya no me arropa

Durante el sueño
las mantas se desprenden del lecho
blandamente
y el frío se abate sobre mí
con el filo acerado de una estrella

Giro sobre mi eje
buscando el calor de tu cuerpo
pero tú no estás

En una noche de borrasca
olvidaste el camino de regreso
Salí a buscarte
con los hombros desnudos
y la falda arremangada
En mis pies
no más que unas tristes sandalias

Me enterré en el barro hasta las ingles
Empapada
con la última lumbre de mi amor
le prendí fuego al corazón
e hice de él un faro
para orientarte
en tu navegar por el océano de fango

Al día siguiente
el sol desde su trono
GRITÓ
que ya no volverías
La postrera llama
se dejó morir en mi pecho
Y del amor
y el corazón
no me quedó otra cosa
que un puñado de cenizas

Sé que he de dejarlas cabalgar
a horcajadas del viento
Tan solo aguardo a que pase por mi puerta

Quizás…
Mañana




Adoro las conexiones transoceánicas. Hoy Miriam publicó en una entrada la foto perfecta para este poema...

domingo, 21 de agosto de 2011

EL DESTINO DE LA ESTATUA

Torso doble de Rafael Alonso






A El Maquinista Ciego por hacerme ver que ahí había una historia



Hacía siglos que la estatua yacía en el mármol, y a pesar de la proverbial paciencia de las estatuas, ésta ya comenzaba a perder la suya. Y eso que no le faltaba la compañía del sol, cuyos deliciosos rayos cimbreaban su talle como si se tratara de las cuerdas de una guitarra, arrancándole melódicos destellos. Tampoco le faltaba la compañía del viento, al que le gustaba aletear en la cavidad de su garganta, cosquilleando todos sus escondrijos con sus plumas. El viento era un amante apasionado, que siempre regresaba. Poco a poco había moldeado sus formas, tornándolas más sinuosas, delicadas, y suaves. A veces se sentía como una flor que poco a poco iba abriendo sus pétalos, blancos. Sin embargo era consciente de que faltaba el golpe definitivo, la caricia libertadora, el cincel del artista descubriendo su desnudez. Anhelaba sentir como él iba desprendiendo sus ropajes, y poco a poco iban despertándose unos senos llenos, como dos lunas blancas en una noche sin estrellas. O como liberaba su cintura del abrazo irrompible de la roca. Unos pómulos firmes iban surgiendo en su rostro. Una mirada altanera se distinguiría en las cuencas de sus ojos. Su boca como una ola jabonosa rompiendo en la superficie de un mar calmo. 

Así había sido como había sucedido con algunos de sus congéneres. Le gustaba recibir sobre su piel la visita de traviesos pajarillos que le contaban historias acerca de la celebridad de algunos de ellos. Hablaban mucho de un tal David, que hasta hacía poco se exponía en la Plaza de la Señoría de Florencia, al que se elevaba a categoría de obra maestra. Solía imaginar que una vez el escultor la hiciese surgir ante los ojos del mundo del mismo modo que Afrodita surgiendo de la espuma, la colocarían en el centro de esa misma plaza, reemplazando a ese tal David. Porque ella siempre había creído que la obra maestra de la escultura, había de ser la representación de una mujer.
En los últimos tiempos se comentaban maravillas acerca de El Pensador, obra de un escultor llamado Rodin, que según cantaban los pájaros había sido forjada en bronce. Cosa que a ella le parecía una herejía, pues desde los tiempos antiguos se sabía que el material más noble era el mármol, y sólo de aquel podría extraerse la verdadera belleza.

Y por fin llegó el día soñado, y unos hombres llegaron para arrancarla del lecho sobre el que siempre había yacido. Se dejó cargar en la parte de atrás de un camión, sin pena, con una sonrisa cosida al bies, porque siempre había pensado que debía de presentarse con la mejor de sus caras ante el destino. La llevaron a un taller, donde en vez de someterla al delicado y certero golpe del cincel, pasaron su cuerpo por afiladas máquinas. A pesar de la extrañeza que todo esto le producía, ella no dejó de lucir aquella franca sonrisa, y se repetía que seguramente en tantos siglos transcurridos, los escultores habrían discurrido modernas y sofisticadas técnicas para la realización de sus trabajos.

Días después la embalaron con cartón y plásticos y de nuevo la transportaron en camión. Una vez la bajaron de él, entre varios hombres la dejaron sobre el suelo.

Los días que se sucedieron fueron días de lluvia intensa. Trataba de imaginar su futuro, el día de la inauguración, cuando por fin le quitaran aquellos plásticos que llevaba encima y los aplausos de admiración y sorpresa la incendiaran los oídos. Ahora lo único que podía escuchar era el golpeteo de las gotas contra aquellos plásticos, de los que estaba deseosa de desembarazarse, pues nada le placía más que sentir la humedad de la lluvia sobre su piel. En todos sus siglos como roca jamás se había sentido más vestida.

Por fin cuando cesó la lluvia, vinieron unos hombres y la desembarazaron de su envoltorio. Sentía tanta ansiedad en aquel momento que pensó que quizás le había crecido un corazón dentro de su pecho de mármol. Trató de calmar sus pensamientos porque no quería que su voz interior la privase de escuchar los suspiros y las celebraciones de los hombres al contemplar su belleza. Pero por mucho que aquietó la voz de su mente, y por mucho que sus oídos permanecieron atentos, lo único que escuchó fue un gran silencio, y los pasos de los hombres que lentamente se alejaban sobre la gravilla.

Esperó, y esperó, hasta que por fin se convenció de que cualquier espera sería en vano. No había duda de que su cuerpo estaba libre de sus vestiduras, pero aquel acto no había sido el acto que supremo que ella había esperado, aquella antigua conciencia de que su desnudez podría cambiar la faz del mundo…..


Al cabo de unos días vio acercarse a un anciano. Venía cojeando, apoyado en su caminar por un bastón con un puño en forma de cabeza de águila. Ella se puso coqueta, dispuesta a seducir a aquel par de ojos a los que por primera vez se mostraba en su perenne desnudez. Aguardó expectante la reacción de aquel hombre, que al llegar junto a ella, abrió la boca de modo ostensible, para tomar una gran bocanada de aire, y sin más ceremonia se sentó sobre ella.

La estatua se mostró inmóvil en su incredulidad-como toda buena estatua que se precie-. Incapaz de entender por qué motivos aquel hombre colocaba sus venerables posaderas sobre ella. Aquello le pareció el colmo de la humillación. Se sintió indignada, e interiormente se agitó de un modo que le hizo temer que comenzaran a temblar sus cimientos, y con ellos la superficie de la tierra. Pero nada ocurrió, y cuando el anciano hubo descansado lo suficiente como para recuperar fuerzas, se levantó y siguió su camino. Esa misma tarde la estatua vio un ave sobrevolando en las cercanías, y se decidió a llamarle.

-Psss! Eh! Tú, pajarillo!!-dijo la estatua con su voz gutural

El pájaro se detuvo en su vuelo y miró alrededor  para ver a quién pertenecía aquella voz que le reclamaba

-Sí, sí, tú…Soy yo quien te llama!!

-Ah, qué cosa más curiosa-trinó el pajarillo- Un banco que habla!!!

-Claro que hablo. Pero no soy un banco. Soy una estatua!!!-Protestó indignada la estatua ante la ignorancia del pájaro.

-Ah! Esa sí que es buena!!-se rió el pájaro- En todos mis viajes, y mira que yo he recorrido de norte a sur este mundo, nunca había visto nada tan desternillante….Un banco que cree ser una estatua!!!!

-Qué insolencia!!-rugió la estatua. Y como tenía una voz tan cavernosa y gutural el pajarillo temió que el suelo se estuviese abriendo bajo su vuelo en ese mismo momento, así que huyó agitando con gran vigor sus pequeñas alas.

Por lo que la estatua volvió a quedarse sola

Al día siguiente los operarios regresaron y trajeron un objeto alargado que colocaron al lado de la estatua. Cuando le quitaron la protección que lo envolvía, descubrió que se trataba de una farola de bronce, coronada por una tulipa de cristal redondeada. Una vez se hubieron retirado los operarios la farola comenzó a hablarle.

-Parece ser que nos ha tocado disfrutar de mutua compañía, señor banco.-dijo cortésmente, dirigiéndose a la estatua

-Y dale!-comenzó a enfurecerse nuestra amiga-No sé porque todos se empeñan en decir lo mismo. En qué se ha convertido este mundo en el que la gente no sabe distinguir un banco de una estatua.

-Qué mala suerte la mía, -dijo para sí la farola-. Justamente me tenían que ubicar al lado de un banco que ha perdido la razón…

-¿Qué dices, que no te oigo?-gritó la estatua…

-Nada, nada-respondió titubeante- Maldecía la evolución de la escultura moderna, porque ya el público es incapaz de apreciar la diferencia entre una obra de arte, o el mobiliario de un jardín público- Entonces la farola, bostezó, como si de pronto le hubiese invadido un sueño lapidario, y cerró los ojos para tomar una siesta

A pesar de esta explicación, la estatua comenzó a sentirse intranquila. No sólo el pájaro y la farola, la habían tratado de banco, sino que aquel anciano se había sentado sobre ella, y según sabía este era el principal comedido de los bancos. Para dejar atrás toda duda, decidió consultar a su amigo el viento, al que siempre había apreciado por su incapacidad para la ficción. “El viento no conoce la afectación y siempre va de cara”-se dijo 

Así que comenzó a llamar por él, depositando la gruta de su voz en una brisa que pasó por su lado. Enseguida vio como los árboles de alrededor agitaban anhelantes sus hojas. Como los pájaros corrieron a abrigarse a sus nidos. Y una bandada de nubes pareció poner-con extrema ligereza-cerco al sol.

Pronto pudo reconocer las ondulaciones del viento, el latir salvaje de su voluble corazón.

-¿Qué te pasa, querida? ¿Por qué clamas de ese modo por mí?-dijo el viento por cortesía

-Gracias a los cielos que has sabido reconocerme. El mundo se ha vuelto loco. Todos me toman por un banco-dijo la estatua con voz desesperada.

-Te he reconocido, querida, porque uno siempre reconocerá la voz da aquella a la que tanto ama. Y a la que en tantas noches y tantos días forma dio a su cuerpo, en oleaje de embestidas. ¿Acaso el mar ha de olvidar algún día la voz del acantilado, por mucho que con los siglos se modifique su forma?

-Acaso…¿tanto he cambiado?-preguntó ya con miedo

-Mucho, querida, aunque tu piel sigue siendo la misma, tu forma en nada se parece a la de la estatua que yacía en la roca

-¿Y qué soy, entonces?

-Me temo que el mundo, aunque loco, esta vez tiene razón. No eres otra cosa que un banco…

Entonces un grito estruendoso se desató desde el pecho de la estatua, hasta hundir sus dientes en el cielo. Los que asistieron a tan terrible espectáculo dirían haber visto un hilo de sangre bajando desde la boca a la barbilla del sol, que decidió adelantar el crepúsculo para aquel preciso momento. Los pájaros saltaron de sus nidos asustados, y se propagaron hacia los cuatro puntos cardinales. El viento trató de consolarla, la abrazó, la acarició, trató de tomar su boca para besarla.

-Es inútil-dijo tristemente la estatua-Nunca podrás encontrarle la boca a un banco

-Sabes, querida, que yo he de tallarte nuevas bocas, si así lo deseas. Sólo has de darme algo de tiempo….

-Oh! Bien conozco yo tus habilidades. Pero hoy sería incapaz de entregarme a tus apetitos carnales. Te rogaría me dejaras a solas….

Así que el viento se despidió de la estatua, cabizbajo. Pero, como bien sabemos, el viento es voluble, así que enseguida halló a otra mujer en la que hallar consuelo.

Hemos de decir que, aunque aparentemente dormida, la farola siguió con el rabillo del ojo toda la escena relatada. Y sintió mucha pena por su compañero el banco que se creía una estatua.

Durante los días siguientes, apenas entablaron conversación entre ellos. Sin embargo la farola, se sentía feliz por la mera presencia de la estatua junto a ella. Se imaginaba que aquella piel, que espejeaba bajo los rayos del sol, debía ser muy suave. Le gustaba pensar en la frialdad de su tacto. Y anhelaba el momento de entrar en funcionamiento para derramar sobre ella su luz.

Transcurrida una semana la estatua permanecía indiferente, muda, haciendo honor a su carne de piedra. Al fin llegaron los operarios y prepararon la farola para su funcionamiento. Aquella tarde, la farola contempló la caída del sol con impaciencia, y avidez. Trató de aprehender aquellos matices, aquella catarata de colores que parecía extinguirse en un río negro, cada vez más oscuro. Una vez hubo anochecido, trató de cubrirse de aquella calma que tanto le admiraba del banco, y se dispuso a esperar. De pronto sintió una chispa, una pequeña llama cuajando en su interior, latiendo blandamente. El latido enseguida alcanzó una velocidad vertiginosa hasta prorrumpir en un estallido. Y todo su ser se inundó de luz. Y su aliento, su cálida respiración horadaron la oscuridad. La luz resbalaba, era como agua que trataba de agarrar con sus manos, y se derramaba sobre el banco que permanecía callado a su lado. Y allí fue cuando la vio. Recostada, en su palidez edénica, la estatua yacía en el mármol, del mismo modo en que lo había hecho durante siglos. Pudo contemplar su perfil orgulloso. La armonía imperante en el rostro. La altivez de los senos. Su cuerpo parecía una ondulación, apenas una línea que una corriente fría perfila en el aire. Sus cabellos como las altas espigas de un campo de trigo. Sus piernas, parecían jugar a hacer girar la tierra sobre su eje. Y entre ellas, un pequeño corte, como una puerta, apenas perceptible, al infierno. 

Hasta allí se acercaron las mariposas, las aves nocturnas, las luciérnagas. Hasta en el cielo parecían asomarse con impaciencia las estrellas. La luna había decidido ocultarse, porque siempre vanidosa, prefería ignorar a la rival….. Pronto las exclamaciones, las palabras de admiración, los residuos del enamoramiento, comenzaron a propagarse alrededor de la estatua. Entonces esta, despertó de su ostracismo y se  removió sobre la roca en la que yacía, con la misma naturalidad de una mujer en el lecho.

-¿Qué ocurre?-preguntó-¿Por qué están todos aquí?

-Mírate-le dijo con alegría la farola-. Tenías razón….Sí que eres una estatua!!!!

Entonces la estatua se contempló en silencio y comprobó que su cuerpo era al fin el que tanto tiempo había sentido perfilarse en la roca, pero que nadie había sido capaz de arrancar a sus fauces.  Se sintió feliz, reconciliada con su destino, pero también estaba perpleja. No podía especificar qué había cambiado. Pero de pronto se fijó en la farola, en toda aquella luz derramándose sobre ella. Y supo que ahí estaba la raíz y el origen del cambio. Que la mano que iba a rescatar su verdadera forma no era una mano empuñando un cincel, sino que iba a ser una mano blandiendo la luz.

Al día siguiente, la estatua y la farola, durmieron plácidamente la una junto a la otra. Ya la estatua había recuperado su forma de banco, y con la impasibilidad de una roca, permitió que hombres y niños se sentaran en ella. Con tranquilidad aguardaba la llegada de la noche, a aquella deliciosa luz derramándose por su piel, arrancándole su cuerpo a aquellas vestiduras de indiferente banco.