Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


miércoles, 21 de marzo de 2012

LANCE DE LA MARIPOSA

Imagen extraída de la red. Desconozco autoría




No puedo dejar de señalar que el germen de esta breve historia fue la lectura de la última entrada de Murmullos del texto. Gracias a Dario por sus siempre deliciosas selecciones.






En verano abrimos las puertas de nuestro hogar para recibir la visita del aire fresco, que sopla desde la ría. El mar es de un azul intenso. Ese mar detrás del cristal actúa como un opiáceo. Bajos sus efectos tanto a mí, como al mundo, se nos desdibujan los contornos. A través de esas grietas yo soy  en el mundo y el mundo es en mí. Miro al cielo y me pregunto cuántos azules completan la gama.  Me percato de que existen tantas desviaciones del color azul como concepto, como voces hermosas pueden ejecutar una misma nota. Existe un azul, que podría ser azul cielo, o azul océano, por poner un ejemplo. Y dentro de estos, infinitas variantes que dependen de la luz, o del viento. Y este hecho por si sólo sirve para ilustrar el milagro del mundo.
En ese momento entra una mariposa, transformando en senda mágica su transparente vuelo. Ante nuestros ojos su caricia eriza el vello del aire. Entonces es cuando ella me dice, “hay que sacarla de aquí, sino morirá”. Y cada uno de nosotros se aprovisiona de un vaso de plástico en la lacena y damos comienzo al rescate de la frágil mariposa. La mariposa acostumbra a quedarse inmóvil en el cristal, y yo imagino que se contempla en su superficie, como si de un espejo se tratara, y pienso que quizás esta sea la primera vez que atisba su propia imagen, aunque no exista reconocimiento. A pesar de su aparente estado de abstracción no resulta fácil atrapar a la mariposa. Por muy sigiloso que trate de ser uno, ocurre que en la dimensión de la mariposa cualquier vibración, o cualquier alteración entorno a su espacio, se magnifica con respecto a la dimensión humana. Por lo que en nuestros primeros  intentos, cuando ya nos disponemos a embocar a la mariposa con el vaso de plástico, defraudados contemplamos como muy tranquilamente sale volando. Durante un rato nos quedamos embobados mirando muy quietos como con sus pequeñas alas rasga el paño del tiempo. Pero pronto volvemos a cargar con toda nuestra artillería. Cada uno por su lado, y por fin, tras varios intentos, consigo atrapar a la mariposa en la cárcel de plástico. Me compadezco cuando la veo agitar nerviosa las alitas. Pero me digo que es sólo un momento, y con extremo cuidado separo el vaso del cristal, tras haber tomado la precaución de colocar mi mano delante, antes de que la mariposa atisbe esa pequeña rendija, señuelo de libertad. Y mientras enfilo la puerta hacia la calle, sintiendo el cosquilleo inquieto de las alas de la mariposa en la palma de mi mano, recuerdo que una vez leí que las mariposas viven durante un solo día. Procuro no
decepcionarme y no pensar en que nuestra mariposa habrá muerto al llegar la noche. Le devuelvo su libertad. Mi mujer me mira y sonreímos. Nuestra pequeña mariposa lleva entre sus alas el espacio que puede abarcar durante ese único día. En su vuelo las alas desgarran el denso y pesado párpado humano que cubre mis ojos, e intuyo cómo en la dimensión de la mariposa un día equivale a una vida, y cómo la distancia que nos separa de ese océano frente a nuestros ojos, esa distancia en que ambos la vemos perderse, equivale a un universo. Esa diminuta e insignificante mariposa es quien de derrotar al Titán del tiempo.  Sólo el hombre en su sueño de Zeus vive su vida sometido a Cronos, condicionado por los grilletes de su presunta grandeza. Esta  mariposa vivirá un solo día, y lo hará con absoluta libertad para ejecutar por si sola todas las notas de su escala.  Y así como el color, su corta vida también se basta para ilustrar el milagro del mundo.

10 comentarios:

Lila Biscia dijo...

me encanta tu poesía, pero tu prosa es impecable!
si pudiesemos creernos mariposas, para vivir un día como el todo, o al menos para volar, no?

besos

Amanecer Nocturno dijo...

Una vida resumida en un día, qué milagro más efímero.
Transmites una belleza insuperable con tus palabras, Vera. Como siempre.

Un beso fuerte!

Aka dijo...

Texto delicado como las propias mariposas. ¿Cómo sería vivir la vida si pudiésemos no tener consciencia del tiempo?¿Que no hay principio y fin? Solo actuar, dejarse llevar por las circunstancias..., sin presión. Memoria y razonamiento nos confieren grandes ventajas, pero también nos esclavizan en gran medida. Preciosa la imagen final de la mariposa planeando sobre un prado (o así me la imagino yo), dirigiéndose al océano infinito...

por cierto, por mera curiosidad, algunas viven un día, pero otras semanas, y algunas de ellas realizan viajes realmente épicos migrando desde Canadá hasta Centro América para reproducirse :)

Besos Vera!!

Anónimo dijo...

me gusta cómo has sublimado lo efímero

vera eikon dijo...

O incluso sentir que hay instantes que valen la eternidad, Lila. Tener, tenemos alas, pero sólo en sueños las desplegamos. Vivir y volar no podemos hacerlo de modo simultáneo. Las mariposas sí. Gracias por tus palabras. Besos!!

vera eikon dijo...

Y toda la belleza que nos regala la mariposa con un solo aleteo? Eso es milagro, Amanecer Nocturno. Pero me encanta que sientas belleza en lo que escribo. Últimamente procuro encontrar la mirada cándida, esa que conoce el poder de lo bello. La belleza siempre está ahí, pero a veces nuestros ojos fallan....Besisísimos!!!

vera eikon dijo...

Suelo pensar eso cuando observo a mis gatos, Aka. Los veo tan por encima del tiempo. Ellos, como una melodía, tienen su propio tempo, y nada externo lo altera. ¿Será que los humanos al medir el tiempo, y fragmentarlo, hemos perdido nuestro propio tempo? ¿Sera que ya no somos melodía?
Creo que me suenan de algo esas mariposas migratorias. Me encanta, había que escribir una historia ensalzando uno de esos épicos viajes. Una especie de Odisea de las mariposas.
Besitos(ahora pronto se poblarán los cielos de mariposas. ¿Cómo son las mariposas suecas???)

vera eikon dijo...

Lo efímero está muchas veces muy cerca de lo sublime, Jojoaquin. Un abrazo

Darío dijo...

Pienso en nuestros campos en los que ya no quedan mariposas...

vera eikon dijo...

Triste...