Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


sábado, 6 de octubre de 2012

CUATRO PAREDES







En la habitación, entre cuatro paredes de imposibles, mi cuerpo desnudo arqueándose, arácnido. Masturbo su telaraña con dedos afanosos. A veces, cuando el deseo viaja por mi sangre, tu lengua es el arco de violonchelo que roza lentamente mis cuerdas, las tensa, arranca la vibración hasta que, finalmente, su música me despierta.  Y de nuevo es el inquietante silencio entre estas cuatro paredes blancas. Mi canto, pájaro sepultado de mudez. ¿Cómo es posible que el cuerpo sea a la vez grillete y ala? Tantos y tantos ríos circulando a través de este envoltorio de carne, descarrilando gota a gota en esta soledad en la que me abismo. No poder ir más allá de estas cuatro sólidas paredes. A no ser que tú abrieras una ventana y cosieras en sus bordes un cuadradito de cielo azul. De vez en cuando una nube. O el rasguño inmaculado de la trayectoria de un avión comercial. Eso sí, no debes olvidar ponerle un cristal para que golpee la lluvia. También sería de agradecer que construyeses un canal con el que desembocar mis ríos. Qué hermosura si sus aguas se amalgamasen a ese desparrame de cielo que es la tormenta. Quizás así alcance por un instante la majestad de la rosa, antes de terminar de secarme.  En ese gesto simple de abrirse al alba las flores atestiguan todo el esplendor de lo vivo. Cuántos seres humanos transitan en mera latencia, encerrados en el capullo de cierta presunción de trascendencia, como mariposas de alas cortadas incapaces de rasgar la crisálida. Me maravilla el movimiento primordial del girasol persiguiendo la luz, tanto como su rendición nocturna. Entre estas cuatro paredes soy un girasol dentro de una caja de eterna noche. Incapaz de rumiar un mísero rayo de sol. Si vinieras e hicieras día sobre mí quizás lograría ejecutar ese movimiento primordial. Cambiaría el peso de esta piel por la ingravidez de la nube. Dejaría que me moldearas con tus manos del mismo modo que la nube es moldeada por el viento. Y, finalmente, me llovería. Mis ríos libres y equinos correrían por esa tierra que podré al fin mirar, en cuanto abras esa ventana. Mejor cuatro ventanas, una en cada pared, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales.  La entidad de las aguas no reside en dirigirse a ningún lugar, sino en la pulsión de fluir, del mismo modo que el girasol persigue al sol, o la luna se desliza alrededor de la tierra.  Por eso encerrada entre estas cuatro paredes blancas bendigo esa música que vibrando en mis ingles me despierta. No es otra cosa que el relinchar de los ríos que me continúan galopando. Si la flor ha de mustiarse al menos que primero sus aguas se desboquen.  

12 comentarios:

alba dijo...

"¿Cómo es posible que el cuerpo sea a la vez grillete y ala?", ¿cómo es posible que el mundo sea a la vez hermoso y hostil? Vera, no tenemos las respuestas, pero sí el deseo de querer encontrarlas, de ver desbocadas todas las aguas y eso, quiero creerlo así, al menos nos acerca.
Un abrazo, querida, y buen fin de semana.

Juan A. dijo...

Las arañan me ponen melancólico.

Bicos, nena.

Garriga dijo...

otra demostracion que poesía y prosa no son opuestas. Bellamente poético. No sabría con qué parte quedarme. Gracias.

Darío dijo...

Te veo girasol entre paredes...

Leo Mercado dijo...

Cada cual en su cárcel. Cada cual en su alegato.
Tu cárcel, Vera, y tu alegato, son dulcísimos.

Sarco Lange dijo...

Girasoles, lunas, zanahorias. Cuatro paredes blancas y la poeta en medio de ese universo reinventando las razas inclementes de los nuevos árboles.

Un beso.

bixen dijo...

¡Agárrate del brazo...
que vayas presumiendo
por ahí!

La sonrisa de Hiperion dijo...

Estupendas siempre las cosas que nos dejas.

Saludos y un abrazo.

EMILIANO dijo...

cuánta soledad somos.

Lola Valero dijo...

Preciosa declaración de intenciones.
Que esa última frase sea nuestro himno.
Besos

Betina Z dijo...

Bello, muy bello, Vera. Línea por línea (agua por flor, cielo por tierra, lluvia por piel, cárcel por cielo). Tanto, que no me pude quedar con ninguna, todas quedaron atrapadas en la red de mi emoción.

Un beso

Carmela dijo...

La foto me taladra Vera, nunca entendí a la gente que taladra a las mariposas, para qué?, para verlas, para observar su belleza?, una belleza que sabe a muerte cuando están detenidas sobre un corcho, y esa foto me hace pensar en tu maravilloso texto, el cuerpo creo que nuca debería estar sujeto, atado ni encerrado entre cuatro paredes, libre y abierto a la vida, de par en par, sin esperar que nadie le abra ventanas, fluyendo y buscando la luz, como los girasoles.
Un beso