Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


lunes, 7 de enero de 2013

TESTIGO







 Para Alba porque es amplitud su leve roce...






Desconozco el éxtasis
de abrirme al día
en la secuencia de la flor
y ser poesía
Vivo el peregrinar de unos ojos
a sus dos cuencas vaciadas
por el cuchillo del hastío
y sea poesía
la mirada
Mientras
el pájaro del espanto
en lo impronunciable

11 comentarios:

alba dijo...

Ese violento peregrinaje de unos ojos en busca de su propia cuenca, el camino que va de la vida hacia uno mismo después de que la vida (a veces ese cuchillo) nos haya arrancado sin piedad del lugar que creíamos seguro, del lugar desde el que podíamos mirar, me hace preguntarme algo que Clarice Lispector ya se preguntaba: "¿Perderse significa ir hallando y no saber qué hacer con lo que se va descubriendo?" Yo creo que sí. Hay demasiado espanto indecible por ahí, y también demasiada belleza, y también demasiado espanto y demasiada belleza en nosotros mismos. Estamos perdidos cuando somos conscientes de todo ello, cuando no sabemos ser la poesía herida ni la poesía delicadamente hermosa del mundo que nos rodea y del cual formamos parte. Tan apenas somos eso, aprendices de testigo, un reto para todo lo que hay de silencio en lo que nos conmueve, en el asombro mágico o repulsivo de cuanto nos hacer sentirnos vivos. Y entonces rozamos, tocamos, nos atrevemos a palpar con las dos manos, seguimos descubriendo, volvemos a estar perdidos... A veces siento con todas mis fuerzas que merece la pena.
Mil gracias, Vera. He tardado mil siglos en tranquilizarme, en escribir algo con un mínimo de sentido. Te he leído y no podía dejar de balbucear...
Te abrazo mucho y fuerte y temblorosa, querida amiga.

Darío dijo...

Suena a cerrazón dolorosa. Un abrazo.

vera eikon dijo...

Y es que hay en la vida algo que hace que la herida sea perecedera, querida. Y existe cierto masoquismo en nosotros que queremos retrotraernos una y otra vez a esa experiencia de la belleza a la que tan bien sabes poner palabras cuando la polarizas de ese modo (asombro mágico o repulsivo). Porque en cierto modo es la experiencia tan inviable del ser abierto en canal(del que se me ocurre es perfecta metáfora el sexo femenino, tan crudo, tan carne en exposición, y a la vez tan cerrado por siglos y siglos de confinamiento), con toda esa porosidad en que nacemos, y que tan enseguida vamos perdiendo. Pero cuando te leo, me resulta tan difícil no sentirme transportada en tus palabras, y a la vez todo eso que va surgiendo, que siento que somos dos vientos que en su encuentro forman remolinos. Y vamos compartiendo la hoja arrancada del árbol, la piedrita rodando un nuevo camino, o el pájaro que se desorienta en su vuelo. Y pienso que quizás eso que nos hace sentirnos vivos sea siempre un eco de nuestro nacimiento, del paso del primer aliento hasta nuestros pulmones. Y toda manifestación artística no sea más que una recreación del primer llanto. Nuestra afirmación ante la conmoción de la vida....Besos, amiga, a tu roce me siento un poco como se debe sentir tu violonchelo, un árbol al que el viento aproxima a la música..

miss desastres dijo...

eres poesía Vera

bellísimo poema
y bellísimos comentarios también

besos

Sarco Lange dijo...

Dices pájaro, dices espanto, dices Alba y te cuento que un pájaro de espanto al alba se puso a vomitar la infamia de un vagabundo enfermo.

Saludos a las dos.

David Mariné dijo...

tomo asiento, si me lo permites, en un rinconcito.
me gusta estar aquí, leyendo, escuchándo y aprendiendo.
fuerte abrazo Vera.

batalla de papel dijo...

Siento emoción al leerte, deseo que pronto encuentres la secuencia de la flor, tú eres siempre poesía.
Abrazos

Noelia Palma dijo...

Lo impronunciable siempre hace hueco en los ojos, nena...

Leo Mercado dijo...

El espanto es siempre impronunciable.

esa de afuera de mí dijo...

entre tu poema y el comentario de alba, no puedo decir más.

no hace falta más nada.

abrazos

Lila

Amanecer Nocturno dijo...

Abrirse al día sin secarse es un arte, y tú, Vera, eres poesía cada vez que te dejas salir afuera.

Un abrazo, bella.