Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


miércoles, 6 de noviembre de 2013

ORFANDADES



Liviano es el pájaro que pesa menos que el aire y la palabra amor. Vástago del viento. Cuando venía a golpear con fuerza los cristales entornando los ojos acostumbrabas a decir que lo estaba engendrando. “Tanta es la orfandad del viento que su voz es la queja”, repito tal y como tú solías precisar. Entonces te llevas la mano al vientre como consolándolo, con un gesto que parece decir que no existe mayor orfandad que la de tu vientre vacío. Hace mucho tiempo allí dentro latió un pequeño corazón.  Su latido era fuerte como el de un barco cuya vela es hinchada por la tempestad. Esa es la grandeza que sobrecoge. El espacio que hay realmente en lo pequeño.Caemos abatidos bajo el peso de la  palabra amor. Tú no hablarías de peso, sino de frondosidad. La palabra amor con todas sus ramas. Donde el pájaro se posa como si necesitara descansar su ligereza. Juntos la desplegamos pero apenas se posó un segundo el corazón que se forjó en el mar de tu vientre. Pensamos que sería a su cuerpo la gravedad, pero olvidamos que a veces la tempestad es incluso más ligera que el pájaro y puede llegar a arrancar todas las ramas de la palabra amor. Dejándonos a recaudo la queja del viento y en la orfandad del hijo.  

15 comentarios:

lichazul dijo...

en el viento van todos los sueños , promesas y hasta secretos
somos pura levedad en este planeta

precioso y existencial poema
me gusto como lo has plasmado, lo hace representativo de muchos mundos en paralelo
felicitaciones

abrazos

Anónimo dijo...

Me quedo pensando en eso de "la palabra amor con todas sus ramas", acaso como una forma de renacimiento, no solo de la palabra.

Saludos

Darío dijo...

Imposible el amor sin ramas. Imposible el viento que lo desrame, sino la savia envenenada.
Un abrazo.

alba dijo...

"el amor no es consuelo, es luz", dice Simone Weil. y la luz crea esa "grandeza que sobrecoge. el espacio que hay realmente en lo pequeño". al final, me digo, no dejamos de tender nuestra manos hacia cosas inasibles entre muchos hilos de luz, tramas de luz. esa orfandad entre los dedos, ay, Vera, ay ese amor que podría ocupar todo el aire y es invisible y de repente cabe, a veces, de repente cabe.

vera eikon dijo...

El viento es la pulsión. La natural. Aquello que nos impulsa a abandonar la inmovilidad y nos hace humanos. Gracias por tus palabras, Elisa. Un abrazo.

vera eikon dijo...

En las ramas siempre nuevos brotes e infinitas posibilidades o renacimientos. Saludos, Horacio.

vera eikon dijo...

Quizás tengas razón, Darío. Las ramas del amor permanecerán aunque no exista el objeto del amor, o pájaro que se pose en ellas. Es como la flor que se abre esplendorosa en un paraje solitario aunque nadie vaya a mirarla...Abrazo.

vera eikon dijo...

Inasible pero envolvente, y como bien dices a veces irrumpe dando lugar con su irrupción a la cavidad exacta. A la luz no se le pueden poner obstáculos....bicos miña rula!

Dylan Forrester dijo...

Habitamos esa orfandad contradictoria como nuestros propios laberintos.

Besos.

Axis dijo...

"Tú no hablarías de peso, sino de frondosidad." y es formidable, como siempre y siempre, visitarte, leerte, disfrutarte, adorarte! ♥ hola hermosa ♥

David Mariné dijo...

se detiene el tiempo cuando te leo Vera. y siempre es un tiempo hermosamente huérfano.
bicos.

lichazul dijo...

abrazos energéticos
mil gracias por tus huellas

Sandra Garrido dijo...

Querida vera, hoy me tocas de lleno con este poema, los látidos que permanecieron pco timepo en vientre vuelven a latir y en algun cuarto menguante de luna se queda ese amor pero el amor es extenso, sobretodo en amplitud y aunque queden vacíos en el vientre otra luna llena aparecera.

Me quedo con ese verso entrecomillado en mis costuras, Grande Vera.

mi beso y mi abrazo

Leo Mercado dijo...

Un texto que da ganas de abrazar. No digo más que eso.

Tive Martínez dijo...

Bello poema y bellos comentarios.
Yo soy más seco, pero me ha gustado mucho leerlo. Me lo guardo.