Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


jueves, 6 de marzo de 2014

EL EJERCICIO DE CERRAR LOS OJOS



Cerrar los ojos no hace la oscuridad. Es sólo viajar hacia la profundidad, pero incluso ahí no podemos guarecernos de la luz. En la sima hay soterrado un espejo, y como en todo espejo el reflejo se impone. Lo mismo puede atravesarlo tu ángel que tu fantasma. No existe domesticidad en las criaturas que habitan bajo los párpados. Siempre a un paso de desencadenarse el animal que el día mantiene sujeto a la farola. ¿No escuchas su aullido bajo la lluvia? A través de la ventana entreabierta adviertes ya el olor de su pelaje mojado. El sonido de la pezuña contra la tierra. El brillo amenazante del colmillo feroz. El animal se hace presente en la desgarradura. Se yergue triunfal sobre el montículo de tu intemperie. El animal viene manchado de nieve. Tú misma eres nieve derritiéndose sobre su lomo. Te nievas, y a cada latido del musculo de fuego te confundes más con el animal. Eres lo gimiente, lo que se tensa, lo que escarba la noche. Te viste el espanto de la cabeza a los pies. Y por momentos la clarividencia de la muerte. Porque sí, la muerte viene a menudo a visitarte, te acaricia la frente, y con un pañuelo seca cuidadosamente unas gotas de sudor. Y tú, transida en la transparencia de su mirada, te sabes unida umbilicalmente a la vida por el peso de la gata negra sobre tus piernas. Todavía no es el momento. La muerte se aleja diligentemente hacia la puerta. Su mayor cualidad es la paciencia. No es ese tu caso, has dejado demasiado tiempo atado al animal en la farola y el odre de su paciencia se colmó. Por lo que te levantas, y de un salto la esfinge negra se desarma del pedestal de tus piernas. Su maullido degolla el silencio. Del cuello blanco mana un reguero de sangre hirviente y espesa. Repica sobre el espejo con violencia, hasta cubrirlo. Ahí, frente a su opacidad, te embarga la impresión de estar viéndote. Y fiel al animal comienzas a lamer.

6 comentarios:

Darío dijo...

Esa horda detrás de los párpados, latentes en nuestro pecho, temblorosa bajo la piel.
De la forma, digo, brillante.

lichazul dijo...

al otro lado siempre el velo es más crudo , más honesto , más desgarrado

intenso Vera
me gustó
besitos

Amanecer Nocturno dijo...

Animales que despiertan frente a la infinita paciencia de la muerte. Tremendo, Vera, muy oscuro y sobrecogedor.

Abrazos.

Maruja dijo...

UUUfffff. Mecha impactado.. Feliz fin de semana.

Anónimo dijo...

Infinitesimal y frágil,la vida a la que nos asimos. Profundidad salvaje y animal, la muerte.
Sobrecogedor y hermoso, Vera.

Leo Mercado dijo...

Sí, guarecernos. Dejar que absolutamente todo sea posible. Todo.