Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


lunes, 9 de junio de 2014

VULNER(H)ABILIDADES



allí donde palpita un corazón
hay una grieta


 

pulmón de musgo
adherido a la roca
el amor

lunes, 2 de junio de 2014

SOBRE POLÍTICA Y CLIMATOLOGÍA



Podemos no se entiende a sí mismo como a un partido; ya hay demasiados. Somos una llamada a la participación”  Pablo Iglesias

Tengo la impresión de que en estos últimos años la actitud que los ciudadanos españoles tenemos frente a la política es bastante similar a la actitud de un gallego con respecto al clima. El gesto de extender una mano, sentir el defraudante tacto de unas cuantas gotas de agua salpicando nuestra palma, la resignación de abrir un paraguas, o correr escaleras arriba porque desde la ventana nos pareció que se veía algún claro y como una especie de exorcismo nos lo habíamos dejado a propósito en el paragüero exclamando para nuestros adentros ese tan identificativo “malo será”, o, si nuestra situación nos lo permite(y cuando digo situación no me refiero tanto a si estamos o no en fin de semana, porque tal y como están las cosas lo más probable es que seamos uno más de la escalofriante cifra de desempleados que mes tras mes vienen publicándose en España desde el comienzo la crisis) e intuimos que la lluvia va a arreciar en el instante en que salgamos por la puerta, decidiremos quedarnos en casa, sofá y mantita y cualquier programa de la tele que mitigue el ruido de la lluvia contra nuestro tejado (y si es futbol mejor que mejor). Cuando digo “el defraudante tacto de unas cuantas gotas salpicando nuestra palma” me refiero a que unos cuantos años atrás nos hicieron creer (y creímos) que en España siempre habría de lucir el sol, y que en el momento en  que lloviese lo haría en forma de una pequeña borrasca, apenas una llovizna, para después maravillarnos con la aparición de un resplandeciente arco iris(no es crisis, sólo un periodo de desaceleración económica). En tales circunstancias es fácil acomodarse en el presente y dejar las cuestiones climatológicas en otras manos, limitando el abanico de nuestras decisiones entre aplicarse un factor  15 o un factor 60, siendo esto bien sencillo según en la época del verano en la que nos encontremos. Y cuando por fin el nubarrón negro que nadie supo prever prorrumpe en un tremendo aguacero, se nos queda esta cara de estupefacción. Ya no sabemos si el fraude fue la anterior época de bonanza o esta tormenta de hoy que no parece querer parar(lo que tampoco es realmente relevante, puesto que, sea fraude o no, la lluvia moja). Pero se trata de climatología, y frente a eso lo único que queda es enfurruñarse, darle patadas al marco de la puerta, o limitarse como decía al principio a quedarse sin salir de casa. Pero ¿es la política como la climatología?¿Estamos seguros? ¿No será este el gran fraude?
Hace tan solo cuatro meses surgió la plataforma ciudadana PODEMOS (tal y como ellos se definen, desmarcándose así del término partido político). Si la educación, la religión, el sexo y la raza influyen en nuestro desarrollo como individuos y nuestro comportamiento como seres sociales y a su vez la política influye en éstos de forma directa, no nos engañemos, la conclusión es fácil: todo ser humano que vive en sociedad es un ser político. Por mucho que se sienta desvinculado de la política y aunque se defina a si mismo como apolítico. Cuando llegamos a casa y hacemos el gesto de encender una luz: ese es un gesto impregnado de política. Cuando paramos en la gasolinera para repostar: es esa una pausa política. PODEMOS nace como una plataforma ciudadana, pero a su vez es plenamente consciente de que sólo es posible llevar a buen término las reivindicaciones y proyectos de los ciudadanos con una participación política activa, es más: PODEMOS quiere devolverle la política a su legítimo dueño, el pueblo. Y más que a un programa al que detractores con aviesas intenciones tachan de populista, siento que el gran éxito de esta plataforma tan joven en las pasadas elecciones europeas radica en que ha comenzado devolviéndole dos cosas a la gente: En un contexto donde los ciudadanos se sienten acallados, subestimados y no representados, Podemos los ha dotado de voz para expresar su malestar, su decepción, su enfado, su frustración, pero también para hacer valer sus ideas, sus reivindicaciones, su ilusión, su capacidad(para esto último sólo hay que tomar nota del nombre que la citada plataforma ha elegido: PODEMOS). Y otra cosa fundamental es que le ha restituido su conciencia de ciudadanos políticos. No existe el llamado “voto útil”, ni un voto vale más que otro. A PODEMOS les han respaldado durante las últimas elecciones 1.240.000 votos a los que nadie subestima y por eso mismo vituperan. Votantes que obviando la tradición y la abulia en la que había caído la desencantada sociedad española ejercieron su derecho a conciencia y obviando los relativismos. Yo les voté guiada por un pensamiento que tiene tanto de ingenuidad como de deseo: pensé que estas elecciones marcarían un punto de inflexión. Podéis creerme o no, como digo este pensamiento tenía mucho de acto de fe.
Para finalizar voy a volver al símil meteorológico. Galicia es una tierra tan hecha a la inestabilidad de su climatología que nuestro hermoso idioma, aparte de tener hasta setenta palabras para designar la lluvia(algunos aventuran que el número ronda las cien), acuña términos para los más distintos fenómenos atmosféricos. Uno que me asombra, tanto por su significado como por la belleza del mismo, es “loaira”. “Loaira” designa en galego al primer rayo de sol que aparece entre las nubes tras la lluvia. Supongo que es demasiado pronto para afirmar que Podemos es ese primer rayo de sol, pero lo que sí es cierto es que su aparición instaura cierta luminosidad.