Todo empieza con Cortázar. Casualmente de iniciales J.C. me convierte en apóstol de una causa que no es otra que la del ser humano y definitivamente la de uno mismo. Él hablaba de extrañamiento y yo hablaría de desentrañamiento por el puro placer de ser visceral. ¿Está extrañado el ser humano? Fácil suponer que desde el mismo momento que lo arrancan a este mundo. Sin embargo la vida, ese juego en el que cada uno tiene definido su rol, es un tablero de entramado tan damasquinado que simplemente se juega y ya no se polemiza contra uno mismo, por temor a la barbarie. Aun así queda la congoja. Algo nos pica y no es la entrepierna. Y el individuo va haciéndose pedazitos y los sujeta con el superglú del ser social. Y nos duele el útero materno por la pérdida y la pura envidia del calorcito. Claro que todo esto subcoscientemente(la consciencia y la inconsciencia son una pareja que casi siempre adoptan la llamada postura del misionero, excepto cuando se duerme o se está ebrio), subrepticiamente.
De todos modos, sé que somos unos cuantos los que a veces ensayamos la ficción de mirarle a los ojos a los gatos(Che, que difícil aguantarles la mirada) Y perseguimos bichitos imaginarios. Sonambulistas, funambulistas, equilibristas, saltimbanquis, filibusteros e impresionistas nos dejamos enarbolar por las aristas de los tejados. Y las peripecias son las cuencas que dejan los charcos cuando se secan. Y claro, tenemos que inventarnos y reinventar el mundo(porque el mundo ya está inventado y da pena). Artificio de útero materno:¡He ahí el kibutz!. Sólo un lugar cálido donde la consciencia y la subconsciencia ensayan todas las posturas. Divino Kamasutra.
1 comentario:
No es una casualidad. A esta puerta jamás me negaría, a esta invitación casi infernal. Quedarme a vivir en tu kibbutz, reinventémonos cada día, poblemos el mundo de estremecimientos especiales. Y beso, claro.
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