A veces sueño que alguien me toca el pelo. En eses momentos suelo despertarme, y me parece sentir todavía prendida de mis cabellos una caricia, como una hoja seca que aparto con un gesto, huidizo. Siempre me pregunto a qué saben las caricias, cuando son de amor. No estoy segura de haber sentido alguna vez sobre mi piel una caricia de amor. Pero esas caricias que encuentro en mi pelo, las siento también sobre la lengua, y el paladar. Me gustaría saber a qué sabe una caricia de amor para comprobar si es algo parecido a esto.
En algunos de mis sueños mi pelo es azul. Pero es extraño, no recuerdo haber tenido nunca el pelo azul. En ocasiones, cuando estoy deprimida, me imagino que voy a la peluquería y me tiño el pelo de ese color azul de mis sueños. Azul como las estrellas de Van Gogh, con un corazón de luz tembloroso en el centro. Me parece que ese color azul de mi pelo se parece mucho a la felicidad. No sé lo que es la felicidad. Pero este estado en el que llevo sumergida tanto tiempo no se debe parecer en nada a esa felicidad de la que hablan los libros, es simplemente un gran vacío. Así que la felicidad tiene que ser un gran lleno, una gran plenitud. A veces despierto de mis sueños con la extraña sensación de haber estado llena, pero enseguida se esfuma, y vuelve el vacío de todos mis días.
En mis sueños hay un rostro de un hombre. Siempre el mismo rostro, el mismo hombre que me llama “su pequeña Clementine”. El hombre parece muy frágil, pero se vuelve fuerte y grande cuando me abraza, como si a través de mi cuerpo alcanzara su verdadera dimensión. Entonces yo me ovillo en él, como una gatita de pelo azul. Siempre le canto, y él me llena el pelo de flores. No sé de dónde salen las flores, quizás sólo sean besos, pero huelen bien. Son como campos recorriendo mi pelo. A veces en sueños me parece que mi cuerpo está cubierto de ríos y que los pájaros vienen a refrescarse en ellos las alas. Entonces el hombre de siempre me mira y se ríe. Parece feliz. Tiene una expresión llena en el rostro. Pero no sé por qué al instante siguiente se vuelve de espaldas, y comienza a alejarse de mí. Trato de llamarle, pero no sé su nombre, o quizás alguna vez lo he sabido y ya no lo recuerdo. A veces, antes de quedarme dormida, invento un nombre para él. Para llamarle en el momento que se aleje de mí en el sueño. Pero cuando llega el momento, mi voluntad cae rendida. Debe ser cosa de los pájaros que acaban por distraerme con sus cantos. O quizás sea la impresión que me produce verle marchar. Siempre pienso que la suerte está echada. Supongo que quizás lo que hago va en contra de las reglas del sueño, por eso ese nombre no viene a mi boca. Pero, ¿acaso no soy yo quién le sueño? ¿No es legítimo ponerle un nombre?
La otra mañana, mientras leía en el vagón del tren…. Bueno, primero he de explicar que suelo leer poesía cuando voy en el tren. Me gusta leer un verso y erguir la cabeza, mirar por la ventana y arrojar las palabras que leo al paisaje que se me muestra. Es delicioso ver como el sonido (la cadencia de esa voz imaginaria que sólo existe cuando leemos en silencio) se aletarga en la imagen. Superpongo la imagen del verso a la imagen que se ofrece a través del cristal, y parecen formar un todo compacto y perfecto. Pero la razón fundamental de que lea poesía es porque como desconozco lo que es la felicidad y el amor, trato de aprehenderlos a través de ella. Y a veces creo que me siento más llena cuando la leo, o al menos siento como algunos versos me pesan bajo los párpados.
El caso es que la otra mañana sentí una mirada posada en mí. Trate de disimular y continué leyendo. Pero en un movimiento tímido, casi imperceptible, intenté captar en el cristal el reflejo del hombre que me miraba. No lo podía creer. Su rostro era el del hombre de mis sueños. Me volví y el apartó la mirada, fingió concentrarse en un objeto que acariciaba entre sus dedos y que no pude discernir. Supongo que es una mala jugada del subconsciente. Seguramente yo habré visto su rostro tantas veces, en el vagón,- los trenes de cercanías son transportes rutinarios. Siempre las mismas gentes de camino al trabajo, de camino a casa- que lo he proyectado en mis sueños. Esa es la explicación más lógica.
Coincido todos los días con el hombre de mis sueños. Aunque trato de concentrarme en la poesía, no dejo de sentir su mirada posada en mí, y de vez en cuando le espío con el rabillo del ojo. No me molesta que me mire. Por alguna razón el hecho de soñar con él hace que no resulte una persona ajena para mí, como si recorriéramos órbitas concéntricas. Si lo encontrara en un callejón oscuro y solitario no tendría miedo. Incluso sería capaz de regalarle esa indefensión de mientras duermes. Además, no dejo se percibir su rostro lleno, esa sensación de plenitud mientras me mira, muy similar (diría idéntica) a la de los sueños. Sólo de vez en cuando, baja los ojos con temor, y parece concentrarse en el objeto que acaricia obstinadamente entre sus dedos.
Había decidido acercarme a él. No con la idea de entablar una conversación, o comenzar relación de ninguna especie. Sería una loca si quisiera trasladar las imágenes de mis sueños al plano real. Si se lo contara hasta se reiría. Decirle que cada noche sueño con él. Que en el sueño nos amamos, y en ocasiones tengo la sensación de que somos uno. De que intuyo que en ese sueño siento una plenitud parecida a esa felicidad que desconozco y que se desvanece en la vigilia…Eso es absurdo. Pero he pensado que quizás esa sea la regla que rige mi sueño. Quizás si el mismo hombre de mis sueños, a quien encuentro cada día en el tren, me dice su nombre, pueda llamarle en el sueño, en el instante en el que se da vuelta, y por fin impedir que se vaya. Así que me he acercado a él, y ha reaccionado como siempre, bajando los ojos. Por fin he podido ver el objeto amuleto, que acariciaba obstinadamente entre sus dedos. Me he quedado sin aliento al comprobar que se trataba de un mechón de pelo azul, como las estrellas de los cielos de Van Gogh, con un corazón de luz palpitante en el centro.
19 comentarios:
Excelente película y hoy tuve la dicha de volver a verla junto con mi hijo menor.
Qué tema el hombre de nuestros sueños!
Yo tengo el mío propio que invade mi vida desde que tengo uso de razón. Me acompaña de día y de noche y suelo buscarlo tontamente por las calles, en el super, el tren o mientras camino por alguna playa.
Todavía no lo conozco y presiento que jamás nos cruzamos, pero sé que existe y que en algún lugar él está y me está esperando. Lo presiento en esas pocas noches que logro un sueño profundo, pero se desvanece lentamente cuando llega el amanecer.
Intuyo que pronto nos vamos a encontrar y aunque nunca haya visto su cara lo reconoceré por su olor.
Sé perfectamente que podemos pasar una vida entera sin que esa persona se cruce por nuestro camino, pero yo tengo la esperanza de que no falta mucho para que pueda encontrarlo; y lo reconoceré y me reconocerá.. aunque yo sea una chica vulgar y no vaya por la vida teñida de azul ni leyendo poesía en los trenes.
Que texto más dulce, a sido despertarse, leerte y volver a entrar en un sueño. ¿Estás segura de no haber llevado el pelo nunca azul?
Es increíble lo familiares que pueden acabar resultando ser los trenes de cercanías, las mismas personas, los mismos rostros día tras día. Con la rutina uno al final imagina las vidas de esas personas con las que se cruza con frecuencia, su trabajo, sus pasos al bajarse en la estación... siempre he creído que sería bonito que esas miradas que se esquivan se hablasen, ¿no lo sería?
un abrazo
Sandra, supongo que todos somos chicas vulgares, pero a veces conocemos a alguien para el que no. Que cuando nos mira ve nuestros cabellos coronados de estrellas, y no es que leamos poesía, somos poesía. Toda mujer, todo hombre, lleva una poesía dentro, pero son versos que sólo unos pocos saben leer. Me encanta eso que dices de que reconocerás al hombre de tus sueños por su olor. Aunque yo no lo veo tanto como "el hombre de mis sueños", sino una persona con la que soñar un sueño de amor. Pero hay que seguir inventándoselo, a veces eso es la chispa de nuestra vida, y permanecer con el corazón abierto, porque en una de estas aparece....Gracias por tu comentario
Abrazo
La busqué y la vi hoy temprano y me gustó mucho. Y tu texto me encanta, besos
Pero sigo pensando que a veces uno quisiera borrar muchas cosas de la mente...
Aka, me encantan esas sensaciones que me transmites. Y quizás sí, para alguien puedo haber llevado (o todavía llevo) el pelo azul, y por mis cabellos me reconocerá.... Es cierto lo que dices de los trenes. Esos rostros que se repiten cada día acaban correspondiendo a personas con las que se establece un vínculo invisible, una intimidad lejana, como si fueran estrellas del mismo cuadrante. No sé por qué en los trenes siempre me enamoraba de mujeres (es curioso, pero eso no me suele ocurrir en el "mundo real"), de manera totalmente platónica. Pero sí que me gustaba imaginármelas. Y sí pienso que sería bonito que esas miradas esquivas se cruzaran. Me pregunto que ocurriría en esa confrontación entre el sueño y la realidad...Biquiños!!!
Te entiendo Mixha, a veces los recuerdos duelen. No sé, quizás lo importante es lo que sentimos al vivir cada situación, cada experiencia, y no andar rememorando. Si he de borrar algo, sería ciertos actos, y las consecuencias que tuvieron en mi vida. Pero no borraría ninguno de los momentos felices que he vivido con ninguno de aquellos a quienes amé (o a quienes amo),del primero al último.
Beso grande
Qué extrañas y extravagantes son las hilaciones de Clementine, los pensamientos sobre colores, sobre sueños, sobre caricias. Irremediablemente debo pensar en una chica que se hace bolas, pero, que a través del sueño ha llegado a lo simple, es decir, al hombre del sueño acariciando su pelo azul.
Beso.
Oh! Me has dejado sin palabras.....Bueno, excepto quizás decirte que siempre me gustó esa chica que se hace bolas, y me alegra que al menos a través del sueño haya llegado a lo simple. Bico
Aaaay, pues yo tengo el pelo azul..en un cuadro, y no descarto tenerlo en la realidad.
El tren me trae muchos recuerdos, muchos. Y también leía en él, y también veía a la persona que tenía enfrente por su reflejo en la ventana.
Me encantó.
La película no la ví.
Besos, Vera.
Blue!!! tenés que verla!!! acá se llamó "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", la actuación Jim Carey es excelente para mí. Te la recomiendo 100%.
Abrazo
La verdad, no soportaba a Jim Carrey hasta que vi Eterno resplandor. Parece otro tipo.
Con respecto a tu texto, Vera ... precioso.
Como dicen Los tipitos, no existe el olvido.
http://www.youtube.com/watch?v=sNl9W2WmVrA
Pues yo hoy voy a Pontevedra, Blue. A lo mejor te reconozco en ese deseo de tu pelo de ser azul. Creo que los trenes son propensos a los soñadores...
Bicos!!!
Es verdad, Emma, creo que en Argentina sois más fieles a la hora de traducir títulos, porque esa sería la traducción del título original. Y sí, la actuación de Jim Carrey es excepcional, pero es que amo absolutamente a Kate, cada vez que la veo todo se eclipsa. Abrazos.
Malena, completamente de acuerdo en lo de Carrey, esta película lo redime. Al enlace le echaré un vistazo cuando esté en casita. Y, no, el olvido no existe. Bico
Tus cuentos a veces no tengo más remedio que leerlos por partes, tengo serios problemas de concentración. No vi esta película de la que hablas, pero vi hace poco "Inception" que también habla de cómo unos se meten en los sueños de los otros (excelente película para quien gusta de la ciencia ficción). Muchas veces dejo que mis sueños controlen mi vida real, que dirijan mi camino y me ayuden a tomar decisiones- me refiero a los sueños en la vigilia más que los nocturnos (que en muchas oportunidades son pesadillas muy reales). En fin, todo se mezcla y forma un cóctel interesante y difícil de descomponer en sus distintos ingredientes.
Me gustó el cuento, sus encuentros-desencuentros son muy sugestivos.
Bicos
Tomaré nota de la película.
Vera, un día te veré.
;-)
La verdad es que creo que es una de las películas que mejor tratan la problemática del fin del amor. Tampoco quiero desentrañar mucho, por si algún día la ves, Maia. Pero trata de querer que le borren a uno los recuerdos, tras la ruptura de una relación...Y bueno, en mi relato, quise reflejar el hecho de que quizás sus recuerdos eran como naúfragos en el mar del inconsciente, y que pasado un tiempo volverían a la superficie. Y finalmente dejar una puerta abierta a una segunda oportunidad con aquella persona con la que todavía compartes un sentimiento, pero de la que la dinámica de la propia situación acabó por alejarla. Bico
Blue, creo que merece la pena verla. Y seguro que será muy sugestivo encontrarse tomando un tinto en Pontevedra. Bicos
Mi película preferida. Sabías?
También sueño con el hombre simple. Para Clementine estoy yo! Y mi cabello es negro azulado...
Un beso o 2 #
Tus textos son preciosos Vera. Respiran muchísimo Arte *
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