Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


lunes, 4 de julio de 2011

OFELIA




Fotografía: Silvia Camporesi




¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
"El Despertar" Alejandra Pizarnik






Por fin toda ella era mar, con los brazos extendidos, crucificada en las aguas. Dejarse balancear ingrávida, en el maternal regazo de una nube. La sal penetrando por las aletas de su nariz, ardiente y amorosa. Las olas de infinitos dedos, recorriendo su cuerpo, desandándolo. Se siente retornar a su forma de niña. Los pechos se le deshinchan, el sexo se vuelve virgen, el vello cae como hojarasca, aterido. Cada gota doliente de cada una de sus menstruaciones regresa al lugar de partida. Es la lágrima por cada uno de sus hijos no nacidos. 

Debe ser la caída del sol, siente sobre los párpados una presión escarlata. Quizás aquella tarde se postre, definitivamente vencido, para nunca más levantarse. Entretanto aquel mar enjuaga cada uno de los besos, cada una de las caricias, cada uno de los orgasmos(ese instante en el que una le arranca los ojos al cielo, y juega con ellos como dios a los dados). Entiende que ella nunca quiso ser escupida del útero de su madre. Y que se agarró a sus paredes con aquellas uñas blandas, y mordió con sus encías, a falta de dientes. Dentro aun podrían verse las cicatrices. Escrito con letras bien claras un “Ofelia estuvo aquí”. 

La arrojaron a un mundo sin amor. Donde el hecho de inventarse un amor era síntoma de una tara.  Preludio de una locura. Pero siempre caía presa de aquella fascinación de inventarse amores.  Amores en las fauces de una estrella (o en sus cenizas). Amores con los zapatos rotos y los cordones desatados(por lo que al final siempre caminaba descalza. Al único amparo de sus huellas). Amores tejidos de lluvia, y de rocío. Preludios de aquel último amor. El que le había cosido el corazón a balazos. Le tomaba la mano y la aproximaba a su pecho, pidiéndole que extrajera el plomo de sus agujeros. “Cada uno de ellos es la muerte de uno de los dioses antiguos”-le decía. Él se echaba a reír. Aquello la desconcertaba. Ella nunca pudo entender de qué se ríen los hombres. 

Y ahora, semidormida en aquel mar sin nombre, se dice que nunca es necesario entender nada. Que ambos sabían que un corazón cosido a balazos nunca deja de sangrar hacia dentro. Que los proyectiles alojados en la herida son compuertas, y al extraerlos con aquella precisión de cirujano, la herida queda abierta, desnuda. Que nunca mana tanta sangre como de las heridas que nos infligen los tiempos felices….Abre los ojos y ve que el sol continúa alto, impasible. Que estaba errada y apenas habrán transcurrido minutos, y no horas desde que ella se hizo mar, y todavía no es el ocaso. Aquel rubor escarlata, es sólo su propia sangre, que se desliza sobre el agua, y acabará por diluirse. Ella le regala sus venas al océano, y éste las rellena con su milenario plasma acuático. Sabe que cuando él vaya a reconocer su cadáver de dermis espesas, por los centímetros de mar cobijados en cada uno de sus átomos, se preguntará a dónde habrá ido a parar toda aquella belleza, incapaz de reconocerla en aquel cuerpo hinchado. Cuán voluble ante la muerte el cuerpo amado.... Mujeres ahogadas vendrán a despertarlo en la noche de los tiempos, con el rostro de Ofelia. Y perseguirá durante siglos los vestigios de aquella belleza que fue. La buscará en el sexo de las caracolas. En la cosquilla del sol sobre las horas. En la branquia del pez. En los suspiros del coral. Y nunca más hallará descanso ni consuelo. Porque a partir de aquella tarde él también tiene un corazón que sangra hacia dentro, con las heridas que infligen los tiempos felices. Y nadie con la precisión de un cirujano para extraerle las balas….

11 comentarios:

El hombre de Alabama dijo...

Ni los mejores médicos, la verdad.

çç dijo...

Ni vendiendo el alma, pues es sabido que ni el más experto pescador puede recuperar la aguja que hizo red y desenvainó esa sed arrebatadora. Enjugar en la mar el final hace que las cicatrices sean alimento y firmamento aunque sean de "amores, preludio" para el océano.

Errata y errata dijo...

Yo sigo sin comprender de qué se ríen los hombres muchas veces y en muchos casos me desconciertan. Me sorprendió ver esta frase de Ofelia-Vera.
Hombres: disculpen, es seguramente culpa mía y un mal sentido del humor. Además no se puede generalizar, debo ser yo, sin duda.
Bicos,

EG dijo...

Entiende que ella nunca quiso ser escupida del útero de su madre. Y que se agarró a sus paredes con aquellas uñas blandas, y mordió con sus encías, a falta de dientes. Dentro aun podrían verse las cicatrices. Escrito con letras bien claras un “Ofelia estuvo aquí”


Preludios de aquel último amor. El que le había cosido el corazón a balazos. Le tomaba la mano y la aproximaba a su pecho, pidiéndole que extrajera el plomo de sus agujeros. “Cada uno de ellos es la muerte de uno de los dioses antiguos”-le decía. Él se echaba a reír. Aquello la desconcertaba. Ella nunca pudo entender de qué se ríen los hombres.


(dos partes sublimes y las elijo para mí)
ABRAZO

Crista de Arco dijo...

A esto yo le llamo ARTE *

Con tu permiso voy a llevarme la frase de Alejandra *

Un beso o 2 #

Aka dijo...

Me ha impresionado mucho el texto, enhorabuena me ha gustado mucho. Creo que demasiado impactante incluso, lo he leído en un mal momento, me va a costar ahora el momento de acostarme sin temer que se me aparezcan mujeres ahogadas.

un abrazo

Darío dijo...

Qué belleza! Poesía pura, mi querida. En una representación de Hamlet, te juro, yo le agregaría esta hermosura que se condice con la inmensidad del amor de Ofelia. El mundo no es sin amor si hay Ofelias, y las hay.
Beso

Mixha Zizek dijo...

Vera, eres muy talentosa, cuando vengo a tu espacio, siempre me quedo fascinada, besos

Además que tu esquisito manejo del lenguaje me encanta.

anamaría hurtado dijo...

Vera! espléndido texto, magnífico, perturbador, me ha estremecido. El ritmo que imprimes hace fácil, casi inmediata, la identificación con Ofelia, con esas tantas ofelias que se nos han ahogado, que sufren la tara de inventarse amores, que se agarraron con uñas blandas al útero materno. yo las siento también en las palabras lacerantes de Alejandra. Siempre padezco de alguna infeliz ahogada que me recorre.
gracias por tanta belleza

bicos y apertas moi fortes ( qué tal mi gallego?)
anamaría

vera eikon dijo...

No Alabama, no existe cirujía para las heridas del corazón, y las de la felicidad...

Regresar al amor al mar, querido Dani, porque creo que el amor-como todos nosotros-es fluído. Materia líquida que altera la viscosidad de nuestra sangre, el ritmo de nuestro corazón, la capacidad de nuestros pulmones para tomar aire. En fin....Bico, y páselo muy bien en Roma (con amor)

Pues sí, Maia, como en todo, nuestros humores son distintos, y a mí, muchas veces, se me queda cara de poker ante sus risas. Espero que no se pase Descla por aquí que luego me dice que me paso la vida intentando diferenciarnos, y alejarnos. Y no, simplemente se trata de que finalmente admito y acepto que seamos distintos, y sólo creo que desde la admisión de este hecho podemos llegar a acercarnos. Bico

Emma, te regalo todos los párrafos que quieras ¿cómo no? con la cantidad de bellos versos que cada día me regalas. Besos

vera eikon dijo...

Eleanor, muchas gracias querida. Y ya me gustaría a mí que los versos de alejandra fueran míos!!!!Un besazo

Aka, espero que hayas dormido bien, y como te dije ayer en tu blog, no sueñes con mujeres ahogadas por mi culpa. Sino voy a tener que escribirte un cuentito que concilie bellos sueños. Un abrazo

Darío, en momentos de entusiasmo, llegas a ser un verdadero sacrílego, un hereje. Pero te lo agradezco. Esas palabras me hacen bien. Besos

Gracias Mixha, la verdad es que me obsesiona darle cancha a la palabra, que ella decida requiebros y verónicas...Un abrazo grande

Ana María, tus comentarios siempre me calan hondo. Y tu gallego, perfecto. Yo también tengo una Ofelia recorriendo mi interior, pero me he visto en la obligación de refrenarla....Bicos cheíños de mar