Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


lunes, 18 de julio de 2011

PALABRAS EN LOS BOLSILLOS

Imagen extraída de la web. Desconozco al autor




El poeta tenía los bolsillos llenos de palabras pero ninguna moneda. Como era su costumbre permanecer gran parte del día en la taberna, escribiendo, Adriano, el patrón, solía rondar su mesa, advirtiéndole que esta vez más le valdría encontrar algo de pecunia para saldar su cuenta, en aquellos bolsillos agujereados de poemas. A esto los parroquianos siempre le reprendían diciéndole que dejara en paz al chiquillo, que no hacía mal a nadie. Lo único darle  algo de gracia al local, declamando versos como pámpanos, espolvoreando palabras como virutas, que lo impregnaba con aquel tenue olor a madera,  que a todos reconfortaba. En especial a Isabella, la mujer del tabernero, a la que el poeta saeteaba el corazón con dardos envenenados de sonetos. Siempre a las espaldas de Adriano, momento que aquella musa traviesa aprovechaba para rondar con sus alegres andares  la mesa-parnaso en penumbra. Todos sabían que el tabernero era extremadamente celoso, aunque hombre de bien.  Por lo que en muchos había calado la sospecha de que a veces les daba las espaldas concienzudamente. 

Entretanto las palabras se dislocaban y enloquecían sobre el papel en blanco. Saboreaban con delectación esa libertad que sólo encuentran en la hoja virgen en la que nada ha sido dicho. Garabatos en un cielo límpido e indefinido. Palabras saltimbanqui y circense, que se escabullían de los bolsillos del poeta en tirabuzones y acrobacias. A su paso los campos se tornaban más verdes, los caminos más pedregosos. Las puertas se volvían bocas, y las ventanas trocaban en ojos. Los enamorados recogían las que se le iban cayendo del bolsillo, y como fragantes flores se las ofrecían a sus enamoradas. Fortuitamente,  en la distancia entre ambos cuerpos, mediaba ahora una galaxia de menos. Los niños las montaban a horcajadas, pues en su presencia se transformaban en irrefrenables pegasos, y quemaban dulcemente entre los dedos, como el flamígero corazón de un dragón. Aquel que sólo halla cobijo en la mano del héroe. 

Hubo una época en la que el poeta estuvo consumiendo sus palabras copiando escritos en una escribanía. La mayor parte del tiempo éstas hacían alarde de su rebeldía. Echaban la lengua desde los documentos más graves. Torcían con sus aspavientos los más rectos renglones. Le hacían carantoñas y  por mucho que éste les rogase, se negaban a colocarse en fila india. El escribano, que era amigo de su padre, fue incapaz de erigirse en santo Job, a pesar de la paciencia que quiso mostrar en nombre de aquella amistad. Por lo que finalmente tras una de las acostumbradas reprimendas lo puso de patitas en la calle. A pesar de esto el poeta no paraba de reírse y de rascarse. Pues las palabras se entretenían en la muy sana competición de ver cuál era la más rápida en escalar desde su espalda a la cima de su nuca. Así que no dejaban de cosquillearle con aquellas manos y piecitos negros. Hemos de decir que no todas las palabras hacían trampas, pues había algunas que competían con honor. Pero en realidad la mayoría eran de naturaleza más bien truhán.

Después de esto su padre renunció a hacer de él un hombre de provecho. Por lo que pasó a rebajarle en el árbol familiar de la categoría de “hijo” a la de “oveja negra”, junto a otros nombres merecedores de tal lugar en tan ilustre familia. 

Era el amor el lugar en el que al poeta se le desparramaban sin mesura todas las palabras que vivían en sus bolsillos. Al besarla, una mano subrepticia hurgaba en ellos y las extraía a puñados, para derramarlas sobre sus cabezas enamoradas, como si fueran confeti. En el lecho las palabras se quitaban las ropas y hormigueaban en deliciosos orgasmos, sobre sus pieles. Se introducían en todas las rendijas. Se propagaban como cometas en la noche de sus cuerpos….

Pero inevitablemente llegaba el desamor, y las palabras agachaban las cabezas en lo más profundo del bolsillo. Cuando el poeta las llamaba para componer con ellas exaltados versos de tristeza, se negaban a contestarle. Así que al final las arrancaba a la fuerza, aunque aquellas se resistían a salir, agarrándose con insistencia a las costuras. Cuando por fin emergían a la superficie lo hacían cubiertas de un moho verde, y enllagadas. El poeta tenía que pasarse días limpiándolas amorosamente, curándoles las heridas, mimándolas. Y en ese proceso sanador el poeta acababa por comprender que el amor jamás moría. Ni siquiera en la falta o la ausencia del ser amado, aunque sea en su presencia donde halla su culmen. Porque como alguien dijo una vez “el amor y la belleza son el mismo camino”. Y sin duda ese es el camino del poeta.  Por donde se conducen más felizmente sus palabras.



22 comentarios:

EG dijo...

Entonces el poeta debe vivir enamorado? debe tener un "amante" (dícese: de las cosas en que se manifiesta el amor o que se refieren a él.)

No es posible inventar mundos alternos?

Yo conocí a ese poeta, buscaba musas para no dejar de escribir. Pero eso es amor? Y eso es poesía?

Ahora solo sé que no sé nada...

Aka dijo...

Si es así, ahora entiendo porque se me da tan mal la poesía. Mis palabras fluyen mejor en el desamor que en la felicidad del amor. Debe ser que mis palabras son demasiado tímidas para manifestarse en presencia de otros. Deberé aprender a educar mejor a las palabras.
un beso

vera eikon dijo...

En realidad, Emma, lo escribí como un divertimento. Estoy muy lejos de ser el poeta, y de conocer su filosofía. Ni mi intención era dar a entender que el poeta debería estar buscando alternativas musas para escribir. Últimamente se me dio por pensar que el amor, el amor puro(je, guiño a Maia...)no es más que un intenso deseo de vivir. Puede ser deseo de vivir a una persona. Deseo de vivir una vocación. Deseo de vivir cada instante, la naturaleza, el arte....Claro que focalizamos más, cuando el objeto es una persona. Por lo cual cuando una relación se acaba nos cuesta más reencontrarnos con ese deseo. Pero estoy convencida de que sigue ahí, inalterable. Por eso creo que el amor no muere, y tampoco se muere de amor. Pero ya digo, no pretendía dotar al texto de ninguna profundidad. Aunque ahora me has hecho reflexionar, sobre todo por lo de los mundos alternos.... Bico

vera eikon dijo...

Bueno, Aka, te digo lo que a Emma, el texto es muy superfluo, meramente un juego. Y curiosamente ayer me di cuenta de que en estos últimos tiempos sólo escribía textos en los que el tema central era el amor, y quería escribir algo que no tuviese que ver. Pero al final es la mano la que manda, y aunque sólo se mencione en unas brevas líneas, el amor es un tema tan llamativo a nuestros ojos que acaba eclipsando al resto. Pero pienso que escribo mejor cuando soy feliz(aunque en esas épocas también me gusta escribir textos tristes..). Besos

çç dijo...

Todos escribimos cuando estamos más despiertos, aunque tengamos cargada el alma de plomo. No es un texto para nada inocente. Es magnífico como casi todos tus textos hermanita.
Respecto al "poeta-musa-amor" podríamos invertir los conceptos o mandar al carajo las musas y enamorarnos de la poesía sin mediar musa y beber de la mano del poeta esa transpiración subsanadora que nos libra del tedio y del fracaso de la realidad. Ayer ví algo sobre la relación entre Gala y Paul Eluard. Leo alguna de las filípicas del poeta a la musa y en verdad, a veces el amor se convierte en ceguera aunque permite a Eluard ver las palabras como meros fragmentos del bolsillo, a veces descosido. Vera, recuerdo cuando a veces iba convos y mis bolsillos estaban repletos de ojos que recogíamos para nuestros silencios. Esos momentos tristes que apetece ver, contemplar sin mediación alternativa.

El hombre de Alabama dijo...

Y por cosas como esa yo solo escribo prosa.

vera eikon dijo...

Hermanito, y yo que me lo había tomado como un mero ejercicio estético-gimnástico. Quería emparentarlo con un relato que escribí hace unos cuantos meses y que se titula El Coro. No sé, pienso que es casi horrible que se la tomen a una tan en serio, aun incluso cuando pretendía ser ligera, y divertirme. En mi caso creo que voy a intentar no depender de las musas (quizás alguna vez, en estos últimos tiempos, sí lo he hecho), y como dice Emma tratar de crear mundos alternos. Mis propias experiencias pueden ser auspicios de un poema o un relato futuro, pero no me deben ser imprescindibles para escribir. Hasta ahora no las había necesitado. Y sí, tú y yo en aquellos tiempos eramos una pareja de locos...Bico

vera eikon dijo...

Y bien que lo haces, Hombre de Alabama....

Errata y errata dijo...

El final. Ese final es impecable. Te podrá parecer extraño pero los puntos en los lugares exactos hacen maravillas con mi piel lectora, por eso tal vez una frase que en otro contexto he podido no aceptar aquí me parece inamovible.
Bicos

vera eikon dijo...

A mí también me pasa Maia. Si algo está bien escrito, yo ni me lo cuestiono. Además creo que al escribir no pretendemos asentar verdades, sino más bien inventar hipótesis. Y bueno, la puntuación es un tema que me obsesiona. Bicos

Errata y errata dijo...

Comparto totalmente esa idea. Bico

Darío dijo...

Yo creo que nada se puede hacer sin amor, ni edificios ni poemas.
A lo sumo, todo lo que hagas sin amor será frío como un cadáver.
Pero el amor esta por todas partes. Tu escritura está llena de amor y de pasión. Por eso, no puede sentirse más que como una cálida casa donde refugiarse.
Yo siempre pensé en el amor como una casa. Pero el amor no es propiedad de los poetas. O es que al final, concluiré en que realmente, todo el mundo es poeta.
Un abrazo

vera eikon dijo...

Entiendo, que no. Que el amor no es propiedad de nadie. Y sí, cuando escribo puedo sentirlo. Quizás a eso venía el final del texto. Un amor que deriva desde el sujeto y no tiene por qué culminarse en otra persona, sino simplemente en un verso, o en un paso.....Ya sabes, siempre que quieras, puedes acogerte al refugio de esta casa. Abrazo.

Mixha Zizek dijo...

Me gusta tu relato, el amor y la pasión, aparentemente distintos ambos son intensidad, vida e inspiración de alguna manera y en lo que fuera. Cuando llegué a la última parte recordé haber roto páginas de mi libreta y tirarlas a la basura (sobre todo si estás me recordaban un momento específico de amor, el cual ahora ya no tenía significado) sin embargo, a los minutos corrí a buscar esas hojas para recobrarlas. Tu texto me hizo recordar ese acto que me llevo la pasión a querer borrar el amor que surgió de esa pasión, besos

vera eikon dijo...

En cuanto a eso Mixha, creo que los sentimientos y las experiencias, incluso las más negativas, pueden llegar a fructificar y encontrar una nueva dimensión en la palabra. Por eso pienso que nada en la vida es estéril. Ni el amor ni la más ligera gota de rocío. Me alegra que retrocedieras y recuperaras esas libretas. A veces, no dejarse influir por la rabia momentánea puede ser una buena terapia. Besos

Crista de Arco dijo...

Realmente me gusta leerte Vera: mucho *
Siempre me emocionás el alma.

Cualquier cosa que pueda decir se queda chica.

Un beso o 2 #

vera eikon dijo...

Gracias Eleanor. Nos emocionamos el alma recíprocamente...Bicos

Lucía dijo...

Es entonces, que tus bolsillos serán amados, poeta.

Un gusto.

silvia zappia dijo...

tus relatos son deliciosos, el amor anida en ellos.
y en cuanto a los poetas...a veces el desamor los inspira.

mil besos*

vera eikon dijo...

Lucía, me parece una buena cosa eso de que amen los bolsillos de una. Un abrazo

vera eikon dijo...

Sí, Rayuela, parece que el amor se ha instalado en mi escritura. Y bueno, pienso que el amor y el desamor son dos caras de una misma moneda. Besos!!!!

anamaría hurtado dijo...

Vera, tu relato es un cuento de hadas!!!
pudiera comenzar "había una vez un poeta". Tal como los cuentos de hadas que parecen inocentes divertimentos, pero que guardan profundos e insólitos significados, así tu texto tiene un tesoro con diversas joyas
bicos, bicos