Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


viernes, 2 de septiembre de 2011

HISTORIA DE LUCÍA. 1-Con la cabeza en las nubes o sobre el sentido literal


Imagen: Mariana Palova





En enero publiqué aquí un relato bastante largo, pero que finalmente no acabó de cuajar. He pensado muchas veces en rehacerlo, porque, a pesar de eso, me parecía que estaba poblado por una serie de personajes encantadores que podrían dar lugar a una bonita historia. Así que, finalmente, he decidido desmontarlo, e ir publicándolo por partes con la idea de montar una ficción en cadena. O como poco una serie de bonitas escenas.....Quien al final de la primera escena se quede con ganas de saber más del personaje principal, también puede encontrar algo sobre ella, en la siguiente entrada del blog   Las cosas de Lucía  





De ella todos decían que tenía la cabeza en las nubes. Ya de niña la tía Marga la reprendía constantemente por “estarse pensando en las musarañas”. Cosa que a ella no dejaba de extrañarle. Porque, por lo que a ella le constaba, no había visto una musaraña en su vida como, para colmo, estarse pensando en ellas. Así que un buen día fue junto a su tío Emilio, quien se pasaba las horas pertrechado en su castillo de libros -así solía denominar la tía Marga, con un tono no exento de retintín, a las torres de libros y polvo que se apilaban cual caóticas babeles en el cuarto del tío Emilio, y que mediante un misterioso engranaje conseguían por los pelos mantener el equilibrio de sus endebles estructuras. A Lucía se le ocurría que algo tenía que ver con el polvo que se iba acumulando sobre ellas, porque el Tío Emilio nunca dejaba entrar a la tía Marga, cuando ésta aparecía en la puerta esgrimiendo su temido plumero- y asomando su graciosa y leónida cabeza por entre dos de aquellas almenas, le pidió muy cortesmente que le explicase qué eran las musarañas. El tío Emilio-quien no gustaba de los deleites de la conversación, pero que a la vez adoraba a la pequeña Lucía casi tanto como a sus libros-se levantó de su silla recopilando todas  sus reservas de paciencia, y casi automáticamente se dirigió a la sección de los libros que se apilaban por estantes, es decir al lugar donde se hallaba su enciclopedia. 

“Las novelas, los libros de poesía, los cuentos, en definitiva cualquier ficción, se sienten más a gusto apilados en torres”- solía decir el tío Emilio-“Sin embargo, el saber encorsetado de las enciclopedias, las gramáticas, los diccionarios, los ensayos… se sienten fuera de lugar si no están tras el enrejado de una estantería..”-.

Desfilando su dedo por aquellos lomos negros con altivas letras de dorados trazos, acabó por pararse en uno en el que resplandecía una M como la grupa de un camello. Lo cogió con gesto seguro y fue agitando las páginas hasta que encontró la que buscaba. Con voz grave pero ausente de telarañas, comenzó a leer de aquel modo que siempre dejaba a la pequeña Lucía presa de la mayor fascinación. “Los sorícidos (Soricidae), conocidos vulgarmente como musarañas, son una familia de mamíferos placentarios del orden Soricomorpha”. La pequeña Lucía abrió de tal modo las oscuras galernas de sus ojos que el tío Emilio no pudo evitar emitir una carcajada estruendosa, como una ráfaga que se estrella contra el membrete de una ola. Dejó el libro en el único espacio deshabitado de aquella mesa y tomándola en brazos la puso de pie sobre su silla. Señalando una fotografía que entre las páginas abiertas mostraba la imagen de un animalito tan pequeño que cabía holgadamente en la palma de una mano, el tío Emilio pronuncio las mágicas palabras “eso que ahí ves es una musaraña”. Así que la pequeña Lucía retuvo esta imagen con fuerza dentro de su cabeza y salió de la habitación de su tío contenta a mares, porque ahora sí podía pensar en las musarañas y darle la razón a la tía Marga. Pues sabía que no había nada en el mundo que hiciera más feliz a la tía Marga que el hecho de que los demás le dieran la razón.

10 comentarios:

Darío dijo...

En lo que concluye que todas las musarañas van al cielo...

Jesús Galbraith dijo...

madre mía, lo que se aprende leyendote, si hasta me ido a googlea verlo con mis propios ojos... nunca me las imaginé así!!!

Aka dijo...

Qué dulce, me ha gustado mucho el relato. Tampoco yo a día de hoy sigo entendiendo porque se dice que uno piensa en las musarañas, pero aún más me intrigaba cuando me lo decía mi abuelo en catalán y me decía que era un "somiatruitas" (truita en catalán puede ser tanto una tortilla como una trucha), no comprendía a entender quién podía estar interesado en soñar con tortillas... cuando entendí la aceptación de trucha comprendí un poco más la expresión.

habrá que volver atrás para conocer algo mejor al personaje.

besos

La sonrisa de Hiperion dijo...

Estupenda tu visión, tus palabras.

Saludos y buen fin de semana.

El hombre de Alabama dijo...

Yo también he aprendido algo.

vera eikon dijo...

Y eso que antiguamente se pensaba que las musarañas eran ponzoñosas, Darío...

vera eikon dijo...

Da la impresión de que el que las creó no tenía nada claro qué es lo que iba a hacer con ellas, Trapecista. Un abrazo

vera eikon dijo...

La verdad es que por lo que he visto no está muy claro de dónde procede la expresión sobre las musarañas, Aka. Lo que sí en gallego trucha se dice "troita". Supongo que en ciertos tiempos no sería raro que la gente soñara con truchas...Me alegra que te guste, Aka. Besos

vera eikon dijo...

Gracias, La Sonrisa de Hiperión. Un abrazo y buen fin de semana a ti también.

vera eikon dijo...

Ja,ja...Me alegra, Hombre de Alabama