Edipo y la Esfinge: Gustave Moreau
Para Le Bossu...
Soy una mujer
toda llena de agujeros
Un colador
que la vida atraviesa
sin pedir disculpas
Sólo unas pocas cosas
permanecen
permanecen
Una sonrisa flotando
una caricia prohibida
una porción de luna
hurtada a la noche
el epíteto manchado de tu boca
Formo un cuenco con mis manos
para aquietar el momento
Es como un mar calmo
del que se suspende una gaviota
Con impotencia
los veo aniquilarse
Ni siquiera bracean
mientras se deslizan
por el sumidero
del ayer
Trato de agarrar al tiempo
por los pelos
por los pelos
pero huye
dejando tan solo
un rastro de cabellos
un rastro de cabellos
enredados a mis dedos
mutilándolos
Me embriaga
su olor a paja
y a verano
Escribo poemas
con cara de perro
Versos
que asesinan las horas
Otros son
migas de pan
que me orientarán
en mi retorno a casa
A esa mujer
de la que cada día
me alejo
sin saberlo
En ocasiones
cuando estamos juntos
logramos cincelar la tarde
Como a una estatua
que sobrevivirá
bella y joven
en la intemperie de los años
Sé
que cuando me cuelgo
de las cornisas de tu cuerpo
me sustraigo a la rotación de la tierra
De ese modo
pasaré a la eternidad
Como una gata
que imita a las esfinges
recostada en tus cornisas
16 comentarios:
Me gusta y disgusta al mismo tiempo como has dibujado el paso del tiempo, ese correr tras él y mirar de detenerlo estirando de su cabello, o ese dar forma a las tardes para capturarlo. Digo me disgusta, porque me he imaginado al tiempo como una anciana de pelo quebrado a la que los cabellos se le caen solo tocarlos (hoy la he visto así, con esa mano que relatas llena de cabello).
No hace falta que diga que la imagen de la gata me fascina, porque me encantan los gatos.
besos
Me enamoré de las cornisas finales.
Hermoso Vera!
Yo también amo a los gatos, Aka. Vivo con dos felinos (Ruruk y Diomedes), y un hombre. Los tres tienen esa extraña capacidad felina de sustraerme al tiempo. Y no es que yo tema al devenir de mi vida, ni a la vejez. Ni tampoco soy mujer de quedarme pensando en el pasado (a veces el pasado me sobreviene, sin embargo pocas veces lo evoco). Prefiero inventarme nuevas vidas, otros mundos... Lo que me disgusta es dejar pasar de largo el momento, sin que ni siquiera me toque. Habría momentos a los que querría convertir en mis amantes. Los encerraría en un cuarto para zambullirme en sus carnes cuando me viniera en gana. Pero claro, no podemos esclavizarlos...Me gusta pensar que sí hay momentos que perduran para siempre, como banderas ondeando en el hasta de la eternidad(como esas esfinges que descansan con su faz de espaldas al tiempo). En estos últimos tiempos me convertí en la amante de un sueño. Y, créeme, se trata de una circunstancia bastante extraña....Besos
Gracias, Tuky. A mí también me enamoran las cornisas....Bicos
Creo que si hay momentos que nos sobreviven, supongo que son aquellos que comentas que te sobrevienen, controlarlos y evocarlos cuando uno quiere ya es más difícil, como evocar un sueño al acostarse... pero mejor así que nos sorprendan, convertirlos en amantes sería ser cruel con ellos ;) Ser amamante de un sueño ya es más propio por la naturaleza de la que están hechos...
Nombres muy gatunos los de los felinos, al que corre por casa lo llamo Mar, parece haberlo aceptado, pero quién sabe lo que piensa un gato. No hay nada mejor que una buena compañía que nos sustraiga al tiempo!
besos
Se supone que Ruruk es, equivocadamente, una gata negra llamada "cuervo". Sin embargo todo fue un juego de Nemósine, y tendría que haberse llamado Rorab(cuervo en idioma tuareg). Pero Ruruk le sienta muy bonito y muy sonoro. Tenía un gato adorable que se llamaba Diomedes. E. siempre decía que era mi gato, porque tenía una V dibujada en el lomo. Se pasaba el día mirando a la calle desde la ventana y le gustaba tumbarse sobre mi barriga mientras yo leía. De vez en cuando bajaba el libro y podía verlo allí, apacible, mirándome desde su quietud de esfinge. En aquellos momentos yo sentía como el tiempo se paraba...Murió en noviembre pasado, de un accidente muy tonto. Todavía me duele. Y la verdad, es que ahora que lo pienso, desde aquello no he vuelto a leer de aquel modo. Una noche E. soñó con los dióscuros(supongo que conoces la historia...). Por lo que decidimos que nuestro próximo gato habría de llamarse así....Y bueno, supongo que los gatos en realidad no aceptan su nombre, sino la voz de aquel quien los llama. O no....Besos
Como una gata
que imita a las esfinges
recostada en tus cornisas
precioso
bicos de gata
También me siento una mujer colador ***
Un beso o 2 #
Decís cosas brutales. El comienzo y el final son, el agujero y la piedra que lo tapian. Y todo cierra.
Una gata sin tiempo. ¡Quién pudiera!
Tus poemas son a cara de perro, y eso no es poca cosa.
Bicos felinos, Ana.
Pero Eleanor, debes evitar que por esos agujeros se escapen los momentos fundamentales. Que no se borre una parte de tu vida, por mucho que ahora quisieras. Siempre hay algo que merece la pena retener. Bicos!!!
Me gustan las cosas brutales, Darío. Quizás en mis relatos me decante más por la suavidad, por la fantasía, pero durante esta época siento que en un poema las palabras deben estar crudas y llenas de vísceras. Aunque uno después se las meta en la boca y le parezca que están tiernas, deben dejarle en la lengua el sabor de la sangre y a vida. Y es verdad, hay momentos, y personas que tapan los agujeros. Que se quedan clavados en el tiempo y justifican toda una existencia. Besos
Sí, Malena, a veces me da la sensación de que los gatos se mueven en un ámbito superior...Besos
Además, Darío, pongo la cara de perro para el poema y después relajo el semblante para la vida. Al menos que esta merezca que se la ponga...
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