Lluvia es concreción del asombro. Con sus menudas manos y
sus menudos pies es incapaz de sujetarse. Todos los grises del cielo se
resbalan. Se columpian en la atmósfera como en la hoja extendida, espléndida,
verdísima. Errante la lluvia, huérfana, inhabitable. Derrame en busca de regazos. Es lapso, y luego charco o desliz sobre el cristal. Las gotas no se conocen
entre sí, no se llaman por sus nombres, se dicen en caída. Y en ese caer
también nos dicen.