VIUDEDAD DE LA OTRA
No fui yo quien cerró los párpados
sobre tus ojos
Ni mi dolor el que se abrazó vehemente
a tu cuerpo astillado
Tampoco estas manos
recogieron tus pedazos de entre mis cosas
No reclamé
el libro que leíste el día anterior
-recuerdo que te lo presté una tarde de lluvia-
ahora yace olvidado
en el estante de un cuarto sin dueño
El sollozo se abrió como una flor
de espaldas
y no enjuagó mi rostro
el rocío
Tan solo mi sombra
se atavió de noche
DE CUERPO PRESENTE
Nada queda del cielo
entre tus dedos
Nada en los ojos
del sol de mediodía
De todo lo que amaste
la huella del arado
por tu cuerpo
surcos que por última vez
siembran mis lágrimas