Hoy no escribo poemas
me recluyo en mis cloacas, camino
con mi inmundicia subiendo desde las rodillas, en simpáticas
olas,
hasta el sexo
- tu inmundicia también-
erijo un altar a mi condición de mujer que arrastra el
vientre
con lo recaudado por la leprosa que para mí postula,
llevo el sexo apretado como a planta carnívora.
paseo por los suburbios al pulso de la mano que niega el
pan,
dentro de mi oído un pájaro silba una elegía,
moscas anidando el párpado anticipan el cuerpo corrupto y
ciego que seré,
doy cuerda al reloj de mi tiempo prestado.
amo la caligrafía torpe de mi padre
más que a mi padre,
mientras duermo
el brazo de mi hombre blande la espada que me asesina,
el brazo de mi hombre blande la espada que me asesina,
bajo mi jardín tengo enterrado el último hueso de un amor
con el que mis dientes se entretienen las tardes de hambruna.
mas nadie nos enseñó a no ahogarnos en la sed.