"que mi devastación me
pertenezca,
porque la pérdida es
parte de lo dado."
Cómo nadar al estilo mariposa de Mariel Manrique
cuando la brisa cesa
y sus flacos dedos
ya no articulan
la brizna de hierba de lo que se llama
“adentro”
cuando no respiramos otra cosa
que la atmósfera
opresiva
y martilleante
de la casa cerrada
y enmohecida
en la que nos hemos convertido
cuando la lágrima ya no es secreción viviente
sino el pronunciamiento del surco
de lo que alguna vez lloramos
podemos aferrarnos al cadáver
y buscar en los ojos del muerto
los restos de transparencia
de lo que en su día fue luz
aun a sabiendas de que
el lugar del sueño
es ese interregno de sombra tras el globo ocular
y que al apretar con fuerza los párpados
ensayamos la ficción
de que la noche más oscura
puede resucitarse de estrellas
o por el contrario aceptarnos derrumbe
y reducirnos a latencia bajo el escombro
hasta que como la flor
nos abramos de nuevo a la vida
con el gesto de aquello
que ya no se contiene