Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


lunes, 19 de abril de 2010

Vera Eikon

DESMONTANDO MI KIBBUTZ
El hombre es el animal que nombra. Y a mi modo de ver esa faceta denominadora tiene algo de exorcismo. Al poner un nombre semeja que se destierra lo ajeno, lo adverso del ser nombrado y de algún modo ininteligible pero carnal lo hacemos nuestro. No en vano en la ceremonia católica del bautismo se da un nombre a la par que con el agua se borra la mancha del pecado original. Desde siempre se les ha puesto nombre a los astros y en esa suma semeja que el universo se achica hasta coger en una bola de cristal, en la lente de un astrónomo.Cuando se conquista una tierra se le pone nombre.Elegimos nombre para nuestros hijos, nuestros animales, nuestros amantes...Simulacro de pertenencia.
Y un día para alguien yo fui Vera Eikon. Y aunque yo no desconocía la raiz de mi nombre supe del sentimiento que tras él se escondía. Siempre gusté de indagar el origen de los nombres de aquellos a quienes amé. Uno fue aquel de quien "sólo dios será su juez". Ahora era "el hombre de la lanza".Claro que Vera Eikon significa verdadera imagen y yo gustaba de suponer que aquel que así me llamaba sentía que eso era lo que había encontrado. Y así me llamaba su Vera Eikon. El ser humano además del animal que nombra es el animal que se siente solo. Nacemos solos y morimos más solos todavía. Mientras vivimos intentamos con fervor reconecernos en el otro para omitir esa sensación de soledad que tanto nos desacouga. Encontrar un espejo donde se refleje nuestra verdadera imagen....
Han pasado casi cinco años desde que me pusieron nombre. Sigo siendo Vera Eikon, en el antiguo Egipto Berenice que además significa "portadora de la victoria".Este nombre es hoy uno de los cimientos más fundamentales de mi Kibbutz. El día que falte el Kibuttz se derrumbará bramando y tendré que levantarlo de nuevo piedra contra piedra. Mientras tanto no me siento el espejo donde se refleja la verdadera imagen de alguien sino aquella junto la que ese alguien se siente en su verdadera circunstancia.Y de algún modo ser portadora de la victoria contra la soledad que nos mata.

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