“Podemos no se
entiende a sí mismo como a un partido; ya hay demasiados. Somos una
llamada a la participación” Pablo
Iglesias
Tengo la impresión de que en
estos últimos años la actitud que los ciudadanos españoles tenemos frente a la
política es bastante similar a la actitud de un gallego con respecto al clima. El
gesto de extender una mano, sentir el defraudante tacto de unas cuantas gotas
de agua salpicando nuestra palma, la resignación de abrir un paraguas, o correr
escaleras arriba porque desde la ventana nos pareció que se veía algún claro y como
una especie de exorcismo nos lo habíamos dejado a propósito en el paragüero
exclamando para nuestros adentros ese tan identificativo “malo será”, o, si
nuestra situación nos lo permite(y cuando digo situación no me refiero tanto a
si estamos o no en fin de semana, porque tal y como están las cosas lo más
probable es que seamos uno más de la escalofriante cifra de desempleados que
mes tras mes vienen publicándose en España desde el comienzo la crisis) e
intuimos que la lluvia va a arreciar en el instante en que salgamos por la
puerta, decidiremos quedarnos en casa, sofá y mantita y cualquier programa de
la tele que mitigue el ruido de la lluvia contra nuestro tejado (y si es futbol
mejor que mejor). Cuando digo “el defraudante tacto de unas cuantas gotas salpicando
nuestra palma” me refiero a que unos cuantos años atrás nos hicieron creer (y
creímos) que en España siempre habría de lucir el sol, y que en el momento en que lloviese lo haría en forma de una pequeña
borrasca, apenas una llovizna, para después maravillarnos con la aparición de
un resplandeciente arco iris(no es crisis, sólo un periodo de desaceleración
económica). En tales circunstancias es fácil acomodarse en el presente y dejar
las cuestiones climatológicas en otras manos, limitando el abanico de nuestras
decisiones entre aplicarse un factor 15
o un factor 60, siendo esto bien sencillo según en la época del verano en la
que nos encontremos. Y cuando por fin el nubarrón negro que nadie supo prever
prorrumpe en un tremendo aguacero, se nos queda esta cara de estupefacción. Ya
no sabemos si el fraude fue la anterior época de bonanza o esta tormenta de hoy que no parece querer parar(lo que
tampoco es realmente relevante, puesto que, sea fraude o no, la lluvia moja).
Pero se trata de climatología, y frente a eso lo único que queda es
enfurruñarse, darle patadas al marco de la puerta, o limitarse como decía al
principio a quedarse sin salir de casa. Pero ¿es la política como la
climatología?¿Estamos seguros? ¿No será este el gran fraude?
Hace tan solo cuatro meses surgió
la plataforma ciudadana PODEMOS (tal y como ellos se definen, desmarcándose así
del término partido político). Si la educación, la religión, el sexo y la raza
influyen en nuestro desarrollo como individuos y nuestro comportamiento como
seres sociales y a su vez la política influye en éstos de forma directa, no nos
engañemos, la conclusión es fácil: todo ser humano que vive en sociedad es un
ser político. Por mucho que se sienta desvinculado de la política y aunque se
defina a si mismo como apolítico. Cuando llegamos a casa y hacemos el gesto de
encender una luz: ese es un gesto impregnado de política. Cuando paramos en la
gasolinera para repostar: es esa una pausa política. PODEMOS nace como una
plataforma ciudadana, pero a su vez es plenamente consciente de que sólo es
posible llevar a buen término las reivindicaciones y proyectos de los
ciudadanos con una participación política activa, es más: PODEMOS quiere devolverle
la política a su legítimo dueño, el pueblo. Y más que a un programa al que
detractores con aviesas intenciones tachan de populista, siento que el gran
éxito de esta plataforma tan joven en las pasadas elecciones europeas radica en
que ha comenzado devolviéndole dos cosas a la gente: En un contexto donde los
ciudadanos se sienten acallados, subestimados y no representados, Podemos los
ha dotado de voz para expresar su malestar, su decepción, su enfado, su
frustración, pero también para hacer valer sus ideas, sus reivindicaciones, su
ilusión, su capacidad(para esto último sólo hay que tomar nota del nombre que
la citada plataforma ha elegido: PODEMOS). Y otra cosa fundamental es que le ha
restituido su conciencia de ciudadanos políticos. No existe el llamado “voto
útil”, ni un voto vale más que otro. A PODEMOS les han respaldado durante las
últimas elecciones 1.240.000 votos a los que nadie subestima y por eso mismo
vituperan. Votantes que obviando la tradición y la abulia en la que había caído
la desencantada sociedad española ejercieron su derecho a conciencia y obviando
los relativismos. Yo les voté guiada por un pensamiento que tiene tanto de
ingenuidad como de deseo: pensé que estas elecciones marcarían un punto de
inflexión. Podéis creerme o no, como digo este pensamiento tenía mucho de acto
de fe.
Para finalizar voy a volver al
símil meteorológico. Galicia es una tierra tan hecha a la inestabilidad de su
climatología que nuestro hermoso idioma, aparte de tener hasta setenta palabras
para designar la lluvia(algunos aventuran que el número ronda las cien), acuña
términos para los más distintos fenómenos atmosféricos. Uno que me asombra,
tanto por su significado como por la belleza del mismo, es “loaira”. “Loaira”
designa en galego al primer rayo de sol que aparece entre las nubes tras la
lluvia. Supongo que es demasiado pronto para afirmar que Podemos es ese primer
rayo de sol, pero lo que sí es cierto es que su aparición instaura cierta
luminosidad.
5 comentarios:
La ingenuidad es siempre hermosa. Sobre todo si está basada en creencias indemostrables.
Yo también les vote, Vera y ojalá con ellos, llegue ese Loaira. Lo que está claro, es que de momento han movido y mucho.
Me encanta esa palabra.
Un beso.
La política da pocas posibilidades de cambio. ésta puede ser una de ellas y no deberíamos de desaprovecharla. Por el bien de casi todos, esperemos que esta nueva marea haga la limpieza necesaria.
Un abrazo.
Ja ja ja!!! Qué grande Vera!!! Me encanta, la política se nos mete por todas partes. Somos nosotros los que tenemos que hacer que sirva para modificar el estado de las cosas. No y no, a quienes despotrican de la política, el arte humano de pensar en el otro. Un abrazo.
Está claro que Pablo Iglesias ha conseguido alterar la vidorra de la mayoría de los politicuchos que nos rodean, y eso hay que reconocérselo. A ver cómo sigue esto, a ver si el terremoto no para.
Abrazos.
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